¿Dónde estás María Belén?

María Belén llegó pasada la medianoche de un domingo 11 de septiembre a la Escuela Superior de Policía sin saber que sería la última de la que se tendría noticia sobre ella.

Aquella noche como que algo celebraban en ese Regimiento donde se forman los policías; esos policías que luego custodiarán a los habitantes del paisito llamado Ecuador.

Dentro de sus herméticos hormigones se impone la jerarquía. Ante el paso o la mirada de un superior, los demás hacen la venia o se llevan la diestra a la sien derecha y se paran en firme, sin pestañear siquiera.

Pero donde también habría noches de bohemia y farra. Donde también habría noches donde los generales, la tropa, los centinelas, los instructores, entre trago y trago, no liberan sus cuitas de amor; lloran por el no correspondido, por el erróneamente escogido, por el que llegó el rato menos pensado y que por serlo duele, duele, mientras hay un tercero dispuesto a no agonizar fácilmente.

María Belén, ojalá retornes con vida para saber si esa noche en verdad llevaste comida para tu esposo Germán, teniente de la Policía e instructor de cadetes. Solo saber que lo era, da para pensar que era machote y guapo.

El “tenientote”, flechado por Cupido, dirían más tarde los testigos, habría estado con Joselyn, una cadete de románticos nombres. ¿Su instructor?

Entonces surgió el comienzo del misterio. A María Belén la vieron entrar al Regimiento pero no salir.

Tarde se sabría que alguien escuchó golpes y gritos de auxilio en el cuarto de Germán. ¿Fueron los gritos de María Belén? ¿María Belén gritando “auxilio, me matan”? Y mientras ella gritaba, ¿todos en silencio?

Terminaron los ruidos, dicen los testigos aparentemente de menor rango que el “tenientote” y por eso obligados a no decir nada, en tanto los otros dormían sobre sus vómitos.

Tarde se sabría que lo vieron salir, “arrastrando algo”; subir un bulto, envuelto en una cobija, al auto de María Belén, y luego escapar por la puerta superior.

Y todos en silencio. Todos demostrando la frialdad del diablo, incluso después que el “tenientote” denunciara la “desaparición” de la madre del hijo de los dos.

El instructor de cadetes, acosado por su flojera, huye días después. Es buscado por sus compañeros de uniforme.

Desde entonces, ¿dónde estás María Belén? ¿Dónde estás “tenientote” Germán? Tú, al menos estarás con vida. ¿Y tu esposa lo está?

“El resto ya es historia”. O el comienzo de una historia misteriosa, de contubernio, de cobardía, de un Regimiento policial donde desaparecen las personas (esto es lo juzgable); a lo mejor de amores, cuyo final, aún siendo fatal, recién comienza arrastrando todo a su paso. (O)