¿Ecuador un estado fallido?

Hugo Lucero Luzuriaga

En nuestro Ecuador el término “Estado Fallido” se la utiliza mucho, empero, hemos perdido el poder de asombro o preocupación por este calificativo, y lo que es más inquietante el que se desconoce su concepción, aceptada en la práctica al definir: por Estado que se caracteriza por su incapacidad para controlar el territorio, falta de autoridad y poca presencia ante la comunidad internacional.

Ante esta acepción: ¿El Ecuador es un Estado fallido?… como ecuatorianos sentimos que nuestro país va por este camino o ya los es. Estado Fallido en función de la suma de varios acontecimientos que nos conducen a vivir una realidad frustrante ante la creciente tolerancia y conformismo, a saber: Acaba de terminarse un paro realizado por los movimientos indígenas siendo la aparente salida las mesas de diálogo, casi que, impuestas por sus dirigentes, sin embargo, el líder de la CONAIE, aupado por muchos políticos dan cuenta que no avanzan los famosos diálogos.

Un Legislativo que no actúa, con su producción y credibilidad mala. Asambleítas que se suman en contra del Ejecutivo buscando su desestabilización. Un poder judicial que con sus acciones insultan a la justicia y pierden cada vez más credibilidad.

El CPCCS que no cumple con sus funciones, convertido en el botín político para nombrar a las autoridades de control a sus conveniencias. Ejecutivo que anuncia la consulta popular que se convertirá en la “medida de apoyo o no al Gobierno”.

La CONAIE, los educadores y trabajadores municipales anuncian protestas. La inseguridad se incrementa y la policía se desprestigia más, ante el feminicidio de María Belén Bernal.

En este escenario resulta difícil e incluso imposible de identificar a los de siempre, a los aprovechadores, mentirosos, a los que quieren abrazar, saludar y hasta besar a cambio de los votos y sobre todo a los que se dicen ser mesías o redentores de “territorios”, una palabra muy de ellos cuando quieren conquistar aprovechándose de la sinceridad de los defraudados compatriotas que viven en un ESTADO FALLIDO. (O)