Historias habituales

Aníbal Fernando Bonilla

El acumulado de vivencias imperceptibles -unas- y tangibles -otras- del ser humano se leen con interés y curiosidad en Absurdos cotidianos (2007, 2da. edición), de Rubén Darío Buitrón. Episodios frecuentes, que, de manera fragmentaria se imbrican en relatos personales que reflexionan, alientan, duelen y atormentan tras la tesitura y el azar.

Hay un cuestionamiento ante sucesos, emociones y pensamientos con soltura y atributo narrativo. Se juzga lo necesario, a cuenta gotas, ya que son las imágenes retratadas en sí las que determinan la composición retórica. Buitrón sabe que la elaboración textual no es simple, ya que presupone miradas delatoras que van más allá de la epidermis de sus personajes provenientes de la realidad, y que alcanzan un rol activo a partir de la mixtura genérica entre el arte literario y la labor periodística. Tal realidad tiene perspectiva propia con el ejercicio ético reporteril que ahonda en los entresijos de la mujer y hombre de a pie, y de rostros anónimos que fraguan luchas particulares en la hondonada de sus noches y amaneceres subsiguientes, en ritmo convocante a la resistencia y a la plenitud de los sueños, pese a las dificultades. Estos actantes, no obstante del pasado ineludible, tienen fijado su meta en el futuro.

En Absurdos cotidianos se hallan historias entrelazadas (aunque mejor correspondería considerarlas intrahistorias desde el sentir unamuniano) como producto del ojo observador y analítico del autor, quien asume la condición de testigo del tiempo que le ha correspondido transitar sin ambages, cuya apuesta está en identificar las virtudes y errores, los logros y derrotas de una sociedad: la nuestra. Cada escena nos conduce al lugar mismo de los acontecimientos. Se atisba el contraste regional del Ecuador (con su zonificación abismal: urbe-campo). El hilo conductor temático de entera actualidad, tiene a la gente como matriz protagónica. La destreza comunicativa acopia asuntos universales que decantan y develan al individuo en carne y hueso: el amor y el desamor, la emigración, el machismo, la pobreza cuyo “enorme muro hay que derribar”, la delincuencia y el crimen, la precariedad laboral, el inexorable paso de los años, la enfermedad como disputa introspectiva, el tormento psicológico, la mediocridad burocrática, la envidia y mezquindad…, con estilo singular y crítica social.

Absurdos cotidianos recoge crónicas que emanan sonrisas, lágrimas y abrazos desde el yo, el tú y el nosotros. En definitiva, refleja la vida y la muerte en desgarradora complementariedad. (O)