Encuestas falsas

Andrés F. Ugalde Vázquez

Hay un tema incómodo que es necesario abordar: las encuestas; o para ir al grano, las encuestas falsas o carentes de sustento que son utilizadas, más que para informar, para influir en la opinión y la intención de voto.

Estudios a medida del candidato, con los resultados contratados por anticipado; atentados en toda regla a los más básicos principios de la ciencia estadística; insultos a la inteligencia, la ética y la democracia.

Y no vaya Usted a pensar que es un fenómeno reciente. Al contrario, todos recordaremos hace algunos años ya, aquella encuesta fantasma de un inexistente Centro de Investigación Social, dándole al candidato del gobierno la victoria en primera vuelta.

Encuesta replicada por varios medios de comunicación del gobierno, obtenida desde un portal correísta llamado “Opina Ecuador”, sin asomo de fundamento, número de encuestados, firma de responsabilidad ni nada que pudiera dar un asomo de legitimidad. Y esto sin mencionar, por aquellos años también, la famosa encuesta atribuida a la Universidad de Georgetown, que en cuestión de horas la misma se encargó de desmentir.

Viejas prácticas de la oscura revolución ciudadana que forman parte de nuestro pasado, pero no tienen por qué formar parte de nuestro presente. Las encuestas sirven para informar, no para hacer campaña, que quede claro. Y esas encuestas, además, tienen un amplio acervo técnico y científico detrás, como garantizar que el número de personas consultadas sea representativo (lo que aumenta mucho los costos de la encuesta); que la ponderación precisa de los pesos demográficos (hombres vs mujeres, campo vs ciudad, jóvenes vs adultos); que los protocolos de levantamiento de información sean correctos, entre un largo etcétera para decidir recién si los pronósticos electorales pueden llegar tener validez y precisión.

Y esto sin mencionar la importancia medular de la ética pues, con más frecuencia de lo que uno quisiera, la información se manipula y se usa a favor de un candidato u otro. Y esto es, simplemente, corrupción.

¿Podemos entonces confiar en las encuestas para los pronósticos electorales? Pues sí, podemos, siempre y cuando sean realizadas por gente profesional, con experiencia en el terreno y sin apetitos políticos. (O)

@andresugaldev