Una visita a Quito

María Eugenia Moscoso C.

Sin duda alguna la “Carita de Dios” tiene repetidas razones para ostentar esta denominación.

San Francisco de Quito, ciudad ubicada en la mitad del mundo, dividida en dos hemisferios por la línea equinoccial y escoltada por montañas coronadas por blanca aureola y por el clásico Panecillo.

Quito se presenta como una ciudad con los mayores atractivos coloniales en su imagen arquitectónica. Un recorrido por las iglesias de esta ciudad permite el encanto del visitante.

San Francisco con su gran plaza que la preside y con su bellísima capilla de Cantuña sustentada en la leyenda sobre su construcción, en atención al indígena que le otorgó su nombre.

La iglesia de la Compañía con su riquísima ornamentación, debe su nombre a su patrono Ignacio de Loyola y a la comunidad de jesuitas que exhibe sus mejores logros del barroco latinoamericano de comienzos del s. XVII, tallada en cedro y bañada con pan de oro de 23 kilates.

La Basílica del Voto Nacional presenta un estilo neogótico, inspirada en Notre Dame de París y terminada en 1988. La Catedral Metropolitana, primada de Quito, solemne y elegante, con su elegante estilo neoclásico.

Continúan la iglesia de Santo Domingo, la Basílica de la Merced, la iglesia del Sagrario anexa a la Catedral, el Carmen alto y el Carmen bajo, la iglesia de San Agustín y otras más, que permiten recrear de la ciudad y de sus cúpulas y destacar con gran solemnidad, aquella designación ya conocida por propios y por extraños, de la “Carita de Dios”.

Quito es una ciudad que abre sus puertas al turista con todo el encanto que sus calles, plazas, casonas e iglesias ofrecen, a más del entorno natural que la circunda. (O)