Realidades detrás de los femicidios

Hugo Lucero Luzuriaga

Son realidades que llaman la atención, pero que los invisibilizan, apareciendo a los públicos solo cuando estos actos abominables generan una noticia mayor, la más de las veces morbosa, en muchos casos en función, y que no se diga que no, de vender la información para consumo con ganancia secundaria o que la muerte comprometa a personajes o sectores dícese de los más importantes del conglomerado social.

Son realidades como consecuencia de una problemática inmersa en el tejido social debido a la presencia de patrones androcéntricos que lo toman como natural el sexismo, la inequidad y la misoginia, siendo la violencia intrafamiliar como la primera generadora de la mayoría de los feminicidios, teniendo como sus precursores entre otros: al uso nocivo del alcohol y otras drogas, machismo, escaso acceso de la mujer a empleo remunerado,  pobreza y falta de educación, y hoy más que nunca a la delincuencia organizada que tienen entre sus víctimas a mujeres. Ante estas realidades las más de las veces camufladas nos preguntamos: ¿Trata el Estado al menos de afrontarlas? o ¿Lo soslaya como ardid en función de evitar ser perdedor?

Son realidades que casi “únicamente” se los muestran o aparecen cuando son considerados como SUCESOS a nivel nacional que poco a poco se van arrinconando en el baúl de olvido, caso contrario, son aprovechados con otros fines como en el caso de María Belén que se hizo gran noticia porque, “para mala suerte” tuvo que ver en “algo” ciertos sectores del Estado, siendo lo más insultante que se aprovechó de sus restos para hacer proselitismo político.

Son realidades que los hombres debemos aceptar y en el caso de María Belén hay evidencias que ponen al Estado y Gobierno en la obligación de aclarar el asunto y más a la policía, que con mucho de acierto dijo Mishell Medina, portavoz del Comité contra la violencia y desapariciones: “son policías que: contratan sicarios, que roban, que están involucrados en narcotráfico…ya no representan una orden de proteger, sino una orden de hacer desaparecer”

¡Entiéndase bien: son policías y NO LA POLICÍA!