Las serenatas cuencanas: música, baile y romance de antaño

Las serenatas tienen su origen en el divertimento del siglo XVIII, tocada al anochecer en los jardines de los palacios de los aristócratas. Este nombre no deriva de ‘sera’ que en italiano significa tarde, sino de ‘sereno’, reposado, calmado.

Fueron las baladas que los enamorados cantaban frente a las ventanas de la amada al atardecer cuando algo no había salido bien en la relación.

En la Cuenca de antaño, fue posible disfrutar de las serenatas, con un solista, dúo o un trío con ejecutantes de los instrumentos musicales, al exterior de la casa de una Dama, y hacer que el conjunto interprete y cante canciones para que el hombre exprese sentimientos variados, por lo común de amor, agradecimiento o deseos de reconciliación.

Fueron protagonistas los trovadores con voces de primera, segunda y falsete que desgranaban endechas sentimentales, había guitarra, requinto, acordeón, piano y algún tiempo encontramos órgano eléctrico, batería y bajo o contrabajo.

Vibró la música junto a ventanas o bajo los balcones, haciendo despertar a la bella Mujer entre arpegios y acordes, la emoción del interesado, el frío de la noche y algún draque que aligere los nervios en el improvisado escenario.

Sonidos

La selección arrancaba con un clásico Pasodoble, con los nervios de punta y la emoción explosiva, había el ritmo de lo español con el cual se iniciaba el acto festivo y esta ocasión revestido de intenciones de amor.

Luego los músicos presentaban un Bolero, con el cual es asunto era concluyente, se trataba de una solicitud de amor. Imposible que faltase un Valse y quizá se remataba con un Pasillo, como imploración de amor.

Cuando la correspondencia era en alto grado, la homenajeada prendía la luz del cuarto, lo cual era una buena señal, quizá luego de la tercera canción, su rostro asomaba por la ventana y el contento y emoción del enamorado alcanzaban altos umbrales.

Cuando el padre o hermanos de la agraciada, mostraban conductas agresivas por celos o rechazo al pretendiente, el asunto era grave. Cuenta un anécdota que el interesado anticipó a la homenajeada, que no se extrañe las espaldas de los músicos, que simulaban dar la serenata a la casa del frente, así no despertarían sentimientos en los agresivos familiares.

En otros casos, el vehículo que transportaba el piano, llevaba una escalera con la cual accedían al balcón, en donde era depositado un ramo de flores.

Otra anécdota cita que uno de los músicos ingresó al jardín de la villa con el ánimo de conseguir electricidad para la amplificación, salió armado el dueño de casa y amenazó al joven músico, quien exclamó: sereno Señor, ante lo cual el exaltado hombre dijo: que sereno ni pan caliente, hoy le mato por ingresar a mi domicilio.

Al día siguiente, el músico e interesado en la Señorita homenajeada, no asistió a la fiesta de quince años por el resentimiento que ocasionó el incidente. Una noche de sereno, aprovecharon los arreglos florales depositados a los pies del Héroe Niño, en el Parque Central.

Marcelo Bustos recuerda que vino Palito Ortega, contratado desde Guayaquil. Llegó con piano y guitarra, de suerte que la percusión le correspondió desempeñarse lucidamente frente a las exigencias del argentino. Le acompañaron un tecladista y guitarrista argentinos, y en el Teatro Cuenca estuvieron músicos cuencanos como Leopoldo Guapizaca, Luis Sinchi, Fausto Ramón y Marcelo Bustos en la percusión con escasos 12 años de edad.

Cabaña de Viskosyl.

Recuerda desde 1965 las presentaciones en la cabaña citada, fue el epicentro de la música tropical y romántica, allí se presentaron voces connotadas de Cuenca con orquestas como: Hnos. Vanegas, Los Melódicos, Los Diablos Rojos, Orquesta Austral de Don Carlos Ortiz, Los Estudiantes del Jazz, Sonolux, Los Soles, los Hnos. Robles, Don Pepe Luna y Los Dinámicos.

Serenatas:

Después de laborar en asuntos particulares, los músicos concurrían a la “tienda” o local de los músicos en donde ensayaban o al local de Don Carlos Ortiz en la calle Lamar. Allí contrataban a los Músicos en número de 5 o cuando había la capacidad económica, se contrataba a toda la orquesta por parte interesada.

Cantaban voces como las de Julio Pesantez, Miguel Rojas, Angel Pesantez, Negro Valentín Martínez, quien fue un personaje simpático, de sangre liviana, de personalidad amable y dotado de una voz muy singular. Había el “Utilero”, que llevaba los instrumentos, los cables para la toma de electricidad, los amplificadores, maracas, la escalera para el ascenso al cableado, etc. Y una botella del pauteño para el frío.

Por: Eduardo Sánchez Sánchez

REM

REDACCION EL MERCURIO

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