¿Caminos o chaquiñanes?

David Samaniego Torres

No recuerdo haber vivido momentos de tanta tensión y desazón, a nivel de país. En el pasado hubo huelgas, invasiones de frontera, guerrillas y episodios críticos, pero jamás nos invadió la inseguridad globalizada por tener dentro del país a un enemigo camuflado que no respeta nada, la vida incluida. Peor aún, a un enemigo estrechamente emparentado con entidades políticas que debiesen defender los intereses de país. Es una hora difícil que exige estrategias bien planeadas. Desde mi atalaya, Salinas de Santa Elena, unos pocos renglones que reafirmen mi pensamiento y confirmen mi decisión de sumar, precisamente, cuando la división de nuestra población se hace presente con fuerza corrosiva.  ¿Qué hacer?

1.Convencernos que vivimos una grave crisis institucional, que no caben medias tintas, que es vital para el presente y futuro de Ecuador tomar al toro por los cuernos y virarlo. La metáfora es nítida. No es la hora de disquisiciones ni vacilaciones. Es el momento de la acción coordinada para terminar con una enfermedad no tan vieja, pero por demás agresiva. Es imperioso agruparnos aceleradamente para formar un solo frente que lucha decidido en contra de los males que nos aquejan, dejando a un lado mezquindades y visiones miopes que perturban la paz ciudadana.

3.Conocer al enemigo, saber dónde está y ponderar sus reglas de juego es imperioso para formar un frente compacto y para luchar por los objetivos nacionales.

4.No es hora de críticas miopes y groseras, fuera de lugar, en contra de nuestro Presidente Guillermo Lasso fue elegido para dirigir el estado ecuatoriano a sabiendas que Ecuador atravesaba uno de sus momentos críticos, como nunca antes, ocasionado por fuerzas mafiosas externas en alianza con grupos políticos nacionales ajenos al bienestar nacional.

5. Creo que Guillermo Lasso y su equipo entraron con pie derecho a enfrentar la podredumbre de nuestras cárceles. Que rueden todas las cabezas que deben rodar. Que los derechos humanos de la gente de bien sean respetados, que el mal sea reprimido con toda fuerza, que la paz retorne y con ella la esperanza de volver a creer en un Ecuador amante de las leyes, promotor del orden y de la paz.

Los apáticos están con los malos. Los miopes y abúlicos no forman parte del escuadrón de lucha. Somos un cuerpo unido a las estrategias de gobierno y las respaldamos o somos enemigos camuflados. Los buenos, juntos, somos más. (O)