De la brevedad, en mi trabajo (III)

Jorge Dávila Vázquez Rincón de Cultura

En 2001, se publica otro volumen de arte, “Libro de los sueños”, que se inspira, en parte, en los dibujos llenos de magia y fantasía de Celso Rojas, con quien compartimos el título, y que recopila las historias de Rem, que venían circulando en otros títulos, como “Cuentos breves y fantásticos”, concretamente  el “Bestiario”.

Los materiales nuevos son bastante extraños, como también las ilustraciones fabulosas de Rojas, quien preparó, además las letras capitulares, muestras diminutas de una desbordada fantasía, con las que empieza cada relato.

Ejemplo de extrema brevedad, es La sirena, un ser floral, que no canta, pero que logra que aquellos a los que seduce no la abandonen porque guarda en lo más secreto de su corazón las melodías del pasado, las canciones del ayer, los arrullos de la infancia…

En 2001 aparece también “Arte de la brevedad”, así llamado por sugerencia del librero de los libreros quiteños, Edgar Freire, quien, al escuchar que yo quería que la obra se llamase “De la brevedad”, la leyó, como parte del comité editorial de Libresa que era, y dijo “Arte”, esto es un arte, y que recordara que la modestia excesiva era pecaminosa.

El “Arte de la brevedad” contiene los relatos más cortos de todos cuantos había escrito hasta entonces, y numerosas narraciones breves, en secciones como “Breviario”, “Álbum de soñadores” y las “Micro historias”, como este mínimo homenaje a uno de los padres del cuento brevísimo: Cuando Augusto Monterroso despertó, el dinosaurio ya no estaba allí.

En 2005 aparece “Minimalia, 100 historias cortas”. En verdad, son relatos breves, y algunos tienen ya categoría de micro historias, como esta: Flauta Tiembla ante el sonido del oboe, pero no soporta que el hombre que lo toca saque la boquilla llena de saliva, de tiempo en tiempo, y la sacuda allí mismo junto a donde ella intenta cantar como un pájaro en medio de la marea de la orquesta.

Mi poesía ha oscilado siempre entre vastas composiciones, como “Sinfonía de la ciudad amada”, dividida en 27 partes, y que constituye en sí misma un libro, y piezas sueltas brevísimas. En 2009, publico “Árbol aéreo”, un pequeño volumen en que una buena parte de los poemas son de lo más leve que he escrito y publicado como este Devenir Persigo/ tu perfume/ en la noche.// Soy un animal/ en celo. Hasta pronto. (O)