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Juan F. Castanier Muñoz

El viernes último se inició en el pleno de la Asamblea Nacional el juicio político a cuatro de los siete vocales del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social. Al escribir el presente comentario, aún no tengo información sobre los resultados de tal proceso legislativo, sin embargo, los antecedentes marcados por la mayoría de la alianza entre el correísmo, los socialcristianos y un variopinto grupo de asambleístas “sueltos”, resentidos, expulsados, rebeldes e inconformes, me llevan a pensar que seguramente hubo los votos suficientes como para destituir a los vocales enjuiciados.

El asambleísta Vanegas, proponente del juicio político, incluyó a los siete vocales en el juzgamiento, pero las mentes lúcidas de la nueva alianza se dieron cuenta que no era necesario mandar sacando a todos los siete, sino solamente a cuatro, pues los tres restantes estaban vinculados a la flamante mayoría. ¡Y así se hizo! Por otro lado, el juicio comenzó sin el informe de la comisión respectiva, es decir, sin la argumentación y el análisis correspondientes. En su atropellamiento por defenestrar a los vocales del Consejo, no les importó saltarse los pasos del procedimiento, eludir informes y, como en los mejores tiempos de aquellos que manejaban el país como hacienda propia, imponer las resoluciones por el número de votos.

En el país del guineo, no pierde o gana un juicio político quien tiene o no la razón, sino quien cuenta con los votos suficientes a favor de su postura. Y ahora, a esperar las incidencias que arrancan con este juicio. En la agenda de la nueva alianza se encuentran la Contraloría General, el Consejo de la Judicatura y los organismos de control electoral. ¡Y hay hambre atrasada! A este paso, no le veo descabellado que los funcionarios que van a ser designados, como los futbolistas, vistan camisetas deportivas que incluyan estampados con los nombres y los logos de los partidos patrocinadores, así, por un lado, se transparentarían las vinculaciones políticas y, por otro, se evitaría perder el tiempo indagando sobre cuáles son los números y los colores a los que “responde” cada nuevo funcionario. (O)