El patrimonio, ¿una carga?

Las casas patrimoniales, así inventariadas por la Municipalidad de Cuenca, son el legado de la arquitectura, tradiciones y costumbres. Sobrevivieron a la modernidad.

Fueron parte fundamental para la declaratoria de la ciudad como Patrimonio Cultural de la Humanidad.

De acuerdo a un catastro levantado en 2010, en el Centro Histórico hay 3.400 edificaciones patrimoniales.

Conservarlas o restaurarlas son el mayor reto de sus propietarios. Una ley los obliga a hacerlo.

La mayoría de sus dueños no tiene dinero suficiente para así proceder. Quienes sí lo tienen adquirieron algunas, convirtiéndolas en hoteles, restaurantes o museos.

Unas fueron derruidas para esos propósitos, aun a costa de sacrificar su integralidad. Quedaron únicamente los frentes como testigo de lo patrimonial.

Otras fueron convertidas en condominios, sacrificando incluso los huertos. Las diversas administraciones municipales se vendaron los ojos para permitirlo.

Muchas viviendas son “dejadas a su suerte”. Al ser propiedades privadas el Estado no puede cofinanciar su conservación o restauración. Los costos no guardan relación con los requeridos para mantener una casa moderna, según expertos consultados por El Mercurio.

Además, es difícil conseguir materiales tradicionales como adobe, madera, piedra, arcillas, carrizo, teja, latón, yesos, mármol, entre otros.

Proponen alternativas: exoneración, por parte del municipio, del pago de tasas y servicios básicos; y, gestionar ante el gobierno nacional otros beneficios tributarios.

De esto se ha hablado siempre. No hay decisión política para concretarlo. Dueños de 170 bienes patrimoniales, previa notificación, deben darles mantenimiento. Están en incuria, es decir, “negligencia expresa”. Hasta podrían ir a la cárcel.

Esos bienes son, como dicen los expertos, “una carga” económica para sus dueños. Un problema muy, pero muy grave cuya solución debe comprometer a ellos y al municipio.