Sentirse familia  

David Samaniego T.

Cuando se camina demasiado a prisa cae bien una pausa, corta o larga, acorde con las circunstancias. El mundo que nos ha tocado vivir es fascinante y enigmático a la vez.  Fascinante porque disponemos de innúmeros recursos técnicos que tienen el don de poner en bandeja frente a nuestros ojos, conocimientos y sorpresas antes insospechados. Al mismo tiempo todo este vertiginoso adelanto científico crea incógnitas sobre el presente y futuro de la humanidad porque junto con la revolución técnica acarrean también cambios radicales respecto al ser y al convivir en sociedad.

Este 2022 se ha prestado para poner frente a nuestros ojos un libreto ajeno a nuestras tradiciones, denso en párrafos preocupantes y repleto de nuevos modelos de comportamiento. Existe en buena parte de nuestra sociedad una actitud de sorpresa, mezclada con miedo, que propicia la incertidumbre sobre qué va a suceder, qué tenemos que hacer, cómo salir de un atolladero al cual nunca pensamos ir y sin embargo nos encontramos en él.

Quienes conducen la nación tienen la obligación de mantener a la Patria dentro de los valores tradicionales que conforman nuestra identidad. Acentuar esos valores, sacarlos a relucir, hacer con ellos programas de vida, velar porque formen parte del pensum de escuelas y colegios, es todo un sueño y toda una obligación de quienes asumieron la conducción del estado. Delineo un modus operandi para evitar que estas líneas o similares aportaciones se pierdan entre aquellas urgencias que las creemos imprescindibles.

Quienes somos adultos tenemos nuestras responsabilidades y junto a nosotros camina un grupo de amigos, quizá familiares o personas que trabajan con o para nosotros. Estos congéneres deben ser los llamados a iniciar una campaña en pro de los valores olvidados. No hay mejor cosa que reunirse en grupos de personas con los mismos ideales y juntos diseñar programas y estrategias para que los deseos o sueños de transformación se concreten.

La honradez, el respeto a lo ajeno, el culto a la verdad, la necesidad de justicia, el civismo como culto a la patria y a sus leyes, el respeto a la familia y su entorno, la búsqueda de la justicia, del honor; el trabajo como fuente de bienestar, el respeto a las leyes, el combate a toda forma de comportamientos ajenos a la verdad y la justicia, etcétera, pueden ser elementos necesarios para con ellos formar un programa de redención personal y social. (O)