Nueva York (EFE).- Los tiroteos masivos en EE.UU. son tan tristemente habituales, que parecen haberse convertido ya en una parte indivisible del carácter de un país, agriamente dividido entre quienes piden controles más rigurosos a la posesión de armas para evitar más asesinatos y quienes sostienen que es necesario armar a la «gente buena».
La película independiente «Good Guy With a Gun», que podría traducirse al español como «Un buen tipo con una pistola» y que se estrenó la noche del viernes en el pequeño festival de cine alternativo de Nueva York «Dances With Films», aborda ese debate que surge con toda su fuerza en EE.UU. cada vez que una nueva masacre sacude las portadas de los diarios.
Y este año han sido muchas, entre ellas la matanza de Uvalde (Texas), en mayo pasado, en la que un sujeto acabó con la vida de 19 niños y dos maestras, o el asesinato racista de 10 personas negras en un supermercado de Búfalo (Nueva York).
Los tiroteos más recientes que han copado titulares han sido el del supermercado en Chesapeake (Virginia), el 23 de noviembre, en el que fueron asesinadas siete personas, y la muerte de otras 5 personas, cuatro días antes, en un tiroteo en un club LGTB en Colorado.
Pero estos son solo los ejemplos más sangrientos de los 618 tiroteos masivos que, según el grupo Gun Violence Archive (Archivo de violencia armada), se han registrado en Estados Unidos hasta el 1 de diciembre.
Después de cada uno de estos incidentes, los defensores de las armas, que se apoyan en la segunda enmienda de la Constitución estadounidense, que protege el derecho de portar y poseer armas, siempre repiten el mismo mantra: que si en el lugar de los hechos hubiera habido un buen tipo con un arma, el atacante habría podido ser abatido a tiempo.
En «Good Guy with a Gun», John Mossman aborda está cuestión a través de Will, un adolescente (Beck Nolan), y su madre, Tessa (Tiffany Bedwell), que acaban de sufrir la muerte trágica de su padre/marido a manos de un ladrón armado y viajan a una localidad del país profundo donde es tan fácil encontrar armas como caramelos.
La mentalidad progresista de los personajes, criados en el demócrata Chicago (Illinois), y su duelo por el asesinato de su padre, pronto se encuentra frente a frente con los principios rurales de la localidad de los padres de Tessa y, sobre todo, con la naturalidad con la que algunos conviven con las armas.
Para el director y escritor de la cinta, cuya película «Into the Wake» (2012), fue premiada entonces en varios festivales independientes de Estados Unidos, la cuestión «cargada de emociones de las armas, alimentada con elementos de masculinidad, miedo y frustración, ha creado un nuevo cóctel explosivo que corre por las venas de nuestra nación».
En unas declaraciones a EFE, Mossman considera que esta cuestión «está lejos de perder importancia debido a la cada vez mayor radicalización de los jóvenes y la polarización del debate sobre las armas».
«Con esta película espero explorar el peligro y, a veces, el atractivo de seguir este camino (el de las armas), y la extraordinaria dificultad de dar marcha atrás y, en última instancia, el poder perdurable de la familia para ayudarnos a atravesar tiempos oscuros», zanjó. EFE