Novedades de año nuevo

  1. El 2022 queda atrás. Desde el domingo, primero de enero, estamos en el 2023. ¿Alguna novedad por el barrio de ustedes? ¿Ha cambiado algo de importancia que ustedes querían verlo diferente? En síntesis, la vida sigue igual, tan igual como los últimos tramos del 2022. La primera gran novedad, entonces, es que no hay ninguna novedad de importancia para ser destacada.
  2. ¿Novedad …? No lo es. NOS NUTRIMOS DE ESTEREOTIPOS, AMAMOS FRASES HECHAS, LAS REPETIMOS INCONSCIENTEMENTE, buscamos que esas frases hechas expresen aquello que nosotros no lo podemos expresar.  En síntesis, escondemos nuestros deseos y guardamos nuestros anhelos con la euforia del primerizo y la perseverancia del neófito.
  3. ¿Algo más?  Claro que sí y algo muy grave, quizá el meollo de este intríngulis. Déjenme ser explícito. Tenemos la vieja costumbre, la conozco desde mi uso de razón, de esperar el 31 de diciembre para realizar escritos con una lista de vicios, de mayor o mejor calibre, que queremos combatirlos con decisión y con ganas verdaderas, paralelamente esbozamos los propósitos del nuevo año, aquello que buscamos cambiar y también una lista no menos grande con aquello que esperamos obtener en el año que empieza.
  4. ¿Algo más sobre novedades?  Sí, la última. No quiero cansarles con una letanía de acciones negativas. Es mejor algunas conclusiones que puedan ayudarnos a enjuiciar mejor nuestras decisiones y, de ser posible, encontrar fórmulas con cambios que nos muevan a modificar actitudes.

Me sugiero y también les sugiero repensar nuestros hábitos, nuestras maneras de salir del paso, nuestra costumbre de prometer algo sin pensar siquiera en que sea posible o no cumplir con aquello que prometemos. La ligereza para prometer, el olvido casi inmediato de acuerdos y ese pensar que “aquí no pasa nada” es un mal atávico, o mejor, no llegamos a comprender que se trata de un mal, sino de una costumbre inconscientemente aceptada.

Me agradaría mucho saber, de ustedes, de donde nos viene esta forma de obrar y si existe alguna solución. Yo quiero concluir este pesado y desagradable tema con estas sugerencias: hablemos con nuestros amigos y familiares sobre esta fea costumbre que comento. ¿Para qué hacerlo? Para decidirnos por dos conclusiones. La primera que sea abandonar la fea costumbre de prometer algo que con seguridad no lo vamos a cumplir. Dejemos de ser mentirosos. La más plausible, la segunda: prometamos y cumplamos con lo prometido.  (O)