Quingeo en la memoria

Tito Astudillo y A.

Visitando lugares de interés cultural, propuestos para este año, regresamos a Quingeo, entre asfalto y lastre, por pintorescos poblados como El Valle, Santa Ana, Disha y orillas del río homónimo, hasta el pueblo fundado hacia 1545 y refundado en 1835 que, como muy pocos, conserva su traza y arquitectura tradicional intactos de diseño, añoranzas y soledad, que provocó en el artista colombiano, Omar Rayo, la emocionada evocación “Comala, Comala, esto es Comala”, eterno en mi memoria.

Se llama Quingeo, por el río que baja haciendo “quingos” en la llanura o porque los geodésicos franceses lo encontraron parecido a un pueblo homónimo de las Galias, por lo que fuere, es una de las parroquias rurales más antiguas de Cuenca y a la vez la que mejor conserva su arquitectura tradicional.  Casas de uno, dos, tres y hasta de cuatro pisos con paredes hechas de adobe, bahareque y piedra, con techos de teja y cruz de hierro forjado; pilares, puertas, vigas, ventanas, balcones, miradores, palomares, gradas interiores y exteriores de madera, pintadas de colores que armonizan con los matices y texturas del día y de la noche, de la mañana y de la tarde, con el sol, la lluvia y la niebla. Un parque de cipreses multiforme: torres, pirámides, arcos, lunas y medialunas, estrellas, aves y animales, en fin, como lo diseñaron quienes los sembraron y cuidan. Coronan la plaza, imponentes en la ladera, la casa conventual e iglesia parroquial que, por su arquitectura y riqueza escultórica, debe visitarse con atención. Se roba la vista, los afectos y la nostalgia la calle de Los Arrieros en donde, en otros tiempos, dejaban sus caballos viajantes, romeriantes y arrieros. Calle caracterizada por una diversidad impresionante de fachadas posterior de las viviendas del centro parroquial, con entradas a ras de piso o elevadas con gradas exteriores de madera con pasamanos, balcones, puertas y ventanas multiformes.

De regreso, completamos un circuito de fantasía, por la vía Quingeo – Cumbe – Cuenca, 42k de un paisaje de ilusión por Caspicorral, Pirancho, Pillanchiquir y descender a Cumbe, rodeando al mítico mirador aterrazado Cauzhin, para adentrarnos en otra parroquia de gran interés cultural y tambo ancestral. (O)