Agitación política

La derrota sufrida por el presidente Guillermo Lasso, cuya propuesta de consulta y referendo constitucional no mereció el mayoritario Sí, puede devenir en agitación política.

Otros mandatarios experimentaron similar reacción popular cuando apelaron a esos mecanismos constitucionales para resolver, a su juicio, varios problemas del país.

Más bien, como ahora, les resultó un búmeran; pues el pueblo aprovechó tales convocatorias para castigarlos, aun sabiendo el beneficio de algunos de los temas consultados.

Sopesado los resultados adversos, cada presidente optó por darle un giro a su gestión. Pero hasta allí no más.

Pero ahora con Lasso ocurre lo contrario. Sus variopintas enemigos políticos, algunos “gratuitos”, aprovechan su derrota, su debilitamiento político y hasta su parsimonia, para echarlo del poder.

Ni la Constitución ni ninguna ley estipulan semejante propósito si un presidente pierde una consulta popular.

Esos sectores, en especial los insuflados por los resultados de las elecciones, no quieren saber nada del llamado al diálogo propuesto por el presidente, si bien es notorio su desconcierto y trata de remozarse.

Promueven, alientan, más bien, un nuevo levantamiento, así lo impulsen políticos y dirigentes enemigos confesos de la democracia, de la producción, de la propiedad privada, con capacidad y logística asombrosas como para paralizar ciudades enteras y sitiarlas por días, semanas o meses.

Arman, entonces, la “convulsión social” para en la Asamblea aplicar este mecanismo de doble filo y sacarse de encima al presidente, un objetivo trazado tan pronto como asumió el cargo.

Y ahora, el Tribunal Contencioso Electoral acepta la apelación interpuesta por una ciudadana, con lo cual un nuevo juez electoral decidirá sobre el pedido de revocatoria de Lasso. ¿Una mera coincidencia?

¿“Quo vadis” Ecuador? El país politiquero y conspirador parece estar en su papayal.