¿Y tú seguirás creyéndole…?

Andrés F. Ugalde Vázquez @andresugaldev

Sí, una vez más sucedió: el pasado 15 de marzo, el presidente Lasso estuvo en Cuenca, repartiendo promesas a diestra y siniestra; improvisando una inoportuna rendición de cuentas, pretendiendo convencernos de que es el gobierno que más ha financiado a los territorios (¿de verdad pretendía que le creamos eso?); firmando convenios para los estudios técnicos de las carreteras del nunca jamás; poniendo sobre el tapete, sin el menor pudor, la misma autopista Cuenca – Guayaquil que ofreció en la sesión de solemne de las fiestas de Cuenca, y en la sesión anterior… y en la anterior también. ¿De verdad espera que le crean?

 Porque además ahora sabemos bien quien es. Es aquel que, por la divina providencia, ganó las elecciones, con un voto prestado por los que no podíamos ni mirar el otro lado de la papeleta, y ganó para inaugurar una política clientelar que, si bien nada pudo hacer para trasformar la realidad económica del país, tuvo tiempo suficiente para entregar los páramos a la minería, vender el país al mejor postor (privatización se llama, aunque a él no le gusta el nombre) y beneficiar en el camino a las élites económicas que lo pusieron donde está mientras le sacaba un riñón a la clase media con los impuestos.

Pero como todo se acaba, el bono de popularidad ganado por haber vencido al correísmo se terminó, y en la consulta popular se lo dejaron bien claro. Y ahora, con la economía del país en girones, con la democracia pendiendo de un hilo, sin un ápice de popularidad, con un juicio político en camino y con toda su mediocridad al desnudo, se lanza a visitar los territorios vendiendo humo. Y es que, bien dice la gente que el papel aguanta todo. Y desafortunadamente los discursos también, aún si se emplean para burlarse, una vez y más y sin ningún pudor, de las necesidades estructurales de un territorio y las aspiraciones de su pueblo.  Pero cuidado, porque las mentiras tienen un límite y la paciencia también. Cuidado, porque no hay que jugar, así como así, con la dignidad de la gente.

 ¿Y tú seguirás creyéndole…?  (O)