¿Cómo se potabiliza el agua que beben los cuencanos?

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Cuenca cuenta con tres grandes plantas para potabilizar el agua cruda.

A pesar de que las gentes llevan diciendo por años que el agua de Cuenca se puede tomar directamente de la llave, que su sabor es distinto y hasta refrescante, lo cierto es que no saben cuáles son las razones por las que uno puede asegurar tal afirmación. 

Lo único que ve el usuario, cuando abre la llave, es un chorrito de agua traslúcido. Pero, en esa simple acción hay algo más. Detrás del agua que cae a través del orificio metálico hay un proceso que ha tomado su tiempo y que muy pocos conocen: la potabilización y su calidad que está a cargo de Etapa.

Por ejemplo, para que los cuencanos y los residentes de Cuenca puedan beber y usar el agua potabilizada, la empresa pública tiene que cumplir al menos 300 parámetros que empiezan con la captación del líquido en la fuente.

Etapa cuenta con tres grandes plantas de potabilización: El Cebollar, Tixán y Sustag. De estas, la que más alcance tiene es la planta de Tixán porque abastece de agua potable a 350.000 personas. Si esta dejase de funcionar por solo tres horas, el 60% de la población de Cuenca se quedaría sin el líquido vital.

En cada una de las plantas, la empresa municipal cumple el mismo proceso. Después de la captación, en primera instancia el agua cruda entra en contacto con el sulfato de aluminio para eliminar su turbidez y coloración.

Tras la mezcla, el agua continúa hacia el proceso de floculación, que es considerado como la parte medular de la potabilización. Al flocular se forman grumos de la turbiedad que terminan en el piso por su propio peso.  

“Este proceso es clave para continuar con el resto de etapas. Aquí ya tenemos el agua clara en un cierto porcentaje, Luego de esto continúa a la etapa de filtración, en donde retenemos los flóculos, el color y su turbiedad”, explicó Juan Diego Espinoza.

Juan es el jefe de la planta de Tixán. Él es parte de los 19 empleados que, cada día, después de la filtración, hacen un seguimiento al líquido que se mezclará con el cloro. Este es el último proceso para obtener el agua potabilizada.

Un proceso normado

Desde que ingresa el agua cruda, hasta que sale el agua potable de las llaves, se hace constantes controles, ya que, además de cargar la responsabilidad de dotar un líquido apto para el consumo humano, Etapa ha ganado certificaciones de cumplimiento.

Por ejemplo, por el proceso de potabilización la empresa tiene una certificación INEN 1108, en la que consta que Etapa cumple con las normas para potabilizar el agua.

También cuenta con las certificaciones ISO 9001 e INEN 17000, las cuales avalan los procesos internos de evaluación que tiene Etapa.

Para mantener estas tres certificaciones, auditores externos hacen mediciones del agua que consume Cuenca.

“Básicamente lo que tenemos certificado es turbiedad, color, coliformes, metales. El tratamiento que nosotros tenemos y los controles de laboratorio van enfocados en la calidad de nuestras fuentes y cómo potabilizarlas”, dijo Josué Larriva, gerente del departamento de agua potable de Etapa.

A los controles externos se suman los controles internos. En el día, en la noche y madrugada, el personal está midiendo el agua que se está procesando. Los valores se registran para saber cómo se está potabilizando el líquido.

A lo largo de las jornadas de trabajo, las muestras ingresan a un laboratorio que tienen las plantas de potabilización. En este espacio se analiza el líquido en todas sus fases.

Christian Sánchez, uno de los integrantes del laboratorio de Tixán, explicó que, por lo menos, al mes, se cuentan con 1.000 muestras, tanto del agua que ingresa, del agua que empieza a ser potabilizada, así como del líquido que ya puede ser usado.

Todo esto con un único fin: que los habitantes de Cuenca mantengan la certeza de que se puede tomar el agua que sale de la llave. (I)