Costosas obras en terreno frágil

Entre el barullo informativo, la reubicación de dos esferas para almacenar el Gas Licuado de Petróleo (GLP) pasa desapercibida.

Las planificó EP Petroecuador en su terminal de Challuabamba, en Cuenca, como parte del poliducto Pascuales-Cuenca. La construcción fue responsabilidad de la empresa brasileña, entonces llamada Odebrecht, célebre por montar en el Ecuador y en otros países latinoamericanos una red de corrupción sin precedentes.

Contratada durante el gobierno de Rafael Correa, el costo de la obra, de los USD 250.000.000 inicialmente previstos, se elevó a 623 millones.

Si ese colosal incremento de por sí es preocupante, lo es también el arcaico procedimiento para escoger el suelo donde debía construirse las dos esferas, cuyo peso, por separado, es de 170 toneladas métricas.

Una empresa contratada por Petroecuador recomendó retirarlas para evitar su colapso y los consiguientes daños a grandes grupos poblacionales ubicados en la zona de influencia de la terminal de Challuabamba.

¿El motivo? Odebrecht no hizo los estudios del suelo, atestado de corrientes internas de agua, causantes de las grietas. ¿Quiénes le permitieron tal negligencia? ¿Cuáles las razones?

Hecho el daño, Petroecuador declaró la terminación unilateral del contrato. Según el exasesor de la Comisión Nacional Anticorrupción, Pablo Medina, para construir la obra -ahora fracasada-, se destinó “un poco más de 2.000.000 de dólares para coimas…”

Odebrecht fue demandada por el Estado. Se le conminó a pagar USD 71.000.000 por la liquidación de la obra, más 3 millones para las reparaciones. ¿Los pagó? Además, ¿la Justicia ha fijado o no aún el monto a cancelar por daños, perjuicios y lucro cesante?

Las dos esferas serán reubicadas en la terminal de Chorrillos. El poliducto Pascuales-Cuenca, construido para transportar GLP hasta la terminal de Challuabamba, está subutilizado. ¿Otro “elefante blanco” más?

Vale recordar esos y otros detalles; pues la desmemoria colectiva solo le favorece a la corrupción.