Un grito a la criatura ausente

Aníbal Fernando Bonilla

Oriana Fallaci (1929-2006) hizo del periodismo, antes que una profesión, una razón de vida. Decidida e inteligente, de talante controversial, esta pensadora italiana sostuvo profundas pasiones y convicciones. Entrevistadora incansable, reportera perseverante e indagadora de la realidad. Varios son sus textos legados, entre ellos, Carta a un niño que nunca nació (1975); reflexión desgarradora que sojuzga al hombre por su insensibilidad al derecho a la maternidad, y a la legítima aspiración de prolongar la existencia con la procreación y crianza de un hijo/a.

La trama es cautivante. Tras su lectura, queda el estremecimiento del testimonio autobiográfico. Todo empieza con un embarazo y la posterior confrontación existencial por asumir o no la etapa de gestación, considerando el marco de una sociedad consumista, con taras de individualismo, codicia y machismo. Al final, la voz protagónica pierde a la criatura en ciernes, con quien mantiene -en medio de la disyuntiva- intensos y punzantes diálogos figurados -sin eco posible- desde su vientre; cavilaciones en primera persona alrededor de la sobrevivencia. Varios pasajes del relato desprenden un enternecedor monólogo, en pos de las cosas hermosas y hechos gratificantes que se anteponen en la convivencia social. La dedicatoria es insuperable: “A quien no teme la duda / a quien se pregunta los por qué / sin descanso y a costa / de sufrir de morir / A quien se plantea el dilema / de dar la vida o negarla / está dedicado este libro / de una mujer / para todas las mujeres”.

Libro queconfronta con el establishment en torno al dominio de las estructuras socio-culturales (creencias, preceptos, costumbres, tradiciones). A través de interrogantes -antes que respuestas- se revelan las dificultades del hombre, pero sobre todo, de la mujer, por alcanzar la plena libertad. El meollo gira alrededor del aborto, tema siempre controversial. Tal cuestión amerita una interiorización conceptual, ideológica, ética, fisiológica, legal, que supere los subjetivismos y las verdades parciales. La problemática abarca, por supuesto, la práctica de la paternidad.

Carta a un niño que nunca nació es la pugna introspectiva a favor de la vida o la descarnada huella de la muerte. Un relámpago literario para pensar, repensar, sopesar y reaccionar ante la compleja condición humana. (O)