Jorge Mogrovejo Calle

Aurelio Maldonado Aguilar

Tras la primera guerra mundial surge en Europa el surrealismo, como un movimiento artístico y literario que intenta, impulsando lo irracional y onírico y rebuscando en el recóndito subconsciente, terminar volviéndose un arte fascinante.

Salvador Dalí, al que creían loco (bueno un poco) muestra su genialidad en imágenes imposibles, llenas de color y movimiento de un soñador irrespetuoso. Relojes que se licuan sobre cubos y ramas, tigres voladores con bridas tras el bello cuerpo femenino de Gala su amada, peces con arneses que galopan, caballos famélicos y extraños que surcan brisas con castillos a su grupa etc, etc son pequeños puntos en su amplia, novedosa y revolucionaria pintura.

Jorge Mogrovejo Calle, es el Dalí ecuatoriano y latinoamericano sin duda, sin caer en lisonjas y que son muchas que vienen de mi parte, porque es un viejo y dilecto amigo de muchísimos años de compartir la vida. Su enorme arte, llena de policromías surrealistas fantásticas, demuestran que es más que un grande del arte latinoamericano y consciente de ello, el Sr Rector de la Universidad Católica Dr Enrique Pozo C convertido en los últimos tiempos en un mecenas que se encuentra rescatando tesoros inmensos de nuestra cultura artística, pictórica, poética, literaria y muralista, anoche levantó a los vientos de la posteridad, un libro hermoso, prolija y bellamente editado con la obra del maestro Mogrovejo, donde bustos bellos de mujer son exhibidos en un especie de armador de ropa o gorros de gnomos con túnicas y bellas manos toman la vida en cubos y otras decenas de maravillosos sueños de una calidad, quien sabe si superiores a los de Dali y menos excéntricos.

Jorge Mogrovejo, “Jorgito”, mi compañero de tertulias entre café y humitas, acompañados de Alicita su maravillosa compañera, es además de ser mi amigo, pintor inmortal surrealista, autor de más de unas decenas de bellos murales regados en especial en Azogues y Cuenca y como muestra un botón, pues el Sr Rector Enriquito Pozo le encargó construir en el frontis de la Universidad un enorme y policromo mural, que me toco, por condescendencia y cariño, presentarlo yo en su inauguración. Véanlo cuando pasen por frente a la basílica y facultad de odontología, es bello, filosófico y metafórico y desde anoche, un libro precioso surca los lindes del inmortal surrealismo. (O)