A nuestras autoridades

Hugo Lucero Luzuriaga

SR. PRESIDENTE: Con el respeto que se merece, y a nuestro pesar le debemos manifestar lo que observamos e interpretamos la mayoría del sufrido pueblo ecuatoriano, que desde hace algún tiempo está padeciendo del egocentrismo, de una sobrevaloración de su personalidad,  del primero yo y del sálvese quien pueda, de reconocer que el país está atravesando por una situación calamitosa, pero al mismo tiempo estar más ocupado y preocupado de terminar su período presidencial, de buscar los mejores juristas y defensores para salvar su YO, ladeando a los más de 18.000.000 de ecuatorianos que lo que hacen es tratar de salir del país, enclaustrarse por la inseguridad y el miedo a la delincuencia, lamentarse pero orgullosos de su tierra como Cuenca que sale a manifestarse en las calles solicitando como ciudad culta que el primer mandatario cumpla con el deber de atender a  Cuenca y al Azuay. Sr. Presidente, usted está convencido que es el centro de las preocupaciones y atenciones de los ecuatorianos, definitivamente no lo es, y penosamente por su ego no es capaz de reconocer errores y al contrario se escuda en el entorno familiar y de su grupo. ¡Señor Presidente, reaccione como primer mandatario!

SEÑORES ASAMBLEISTAS: Con el respeto que se merecen, pedirles o exigirles que se dediquen a trabajar, a fiscalizar, pero sobre todo a legislar, a dejar a un lado el “circo” del juicio al primer mandatario, porque en definitiva son pésimos los actores que no solo hacen quedar mal a sus familiares sino a todos los ecuatorianos. Laboren, estudien si no conocen, prioricen a la mayoría de los ecuatorianos que han llegado hasta el hartazgo con las acciones improductivas y en algunos casos vergonzosas de ustedes respetables asambleístas.

PARA NOSOTROS ECUATORIANOS:  Hay que reconocer que difícilmente lo leerán los susodichos, pero sí que les pasarán “la voz”. Reconocer que la política no es mala, empero, existen aquellos a los que sutilmente les llamamos “politiqueros”, por no decir otras palabras que atenten a nuestra lengua castellana. (O)