Entre diez y veinticuatro de mayo

David G. Samaniego Torres

Qué vaya a suceder entre el 10 y el 24 de mayo del presente año está en la esfera de las posibilidades, en el campo de las probabilidades, en el dominio de lo incierto, en las riberas de los tal vez y acaso de los quizá. En pocas y concisas palabras: no lo sabemos…, lo tememos. El vaticinio a nada nos lleva cuando no existen elementos ciertos que sirvan de basamento para adelantar resultados.

No se extrañen amigos por esta introducción de un número exagerado de palabras para no decir algo concluyente ni expresar certezas de aquello que en los próximos días se pueda gestar. Que cada día tiene su propio afán y que nada hay de nuevo debajo del sol, seguirán siendo elementos que nos inducen a pensar y repensar la cotidianidad de nuestras existencias. Presento unas líneas para mantener nuestra mirada en las próximas festividades patrias.

El 24 de mayo, aniversario de la batalla de Pichincha que conquistó nuestra libertad, siempre fue un día de regocijo y celebración y una ocasión para discursos de importancia, mensajes a la nación, desfiles cívico-militares, acciones encaminadas para que los ecuatorianos nunca olvidemos que nuestra libertad se conquistó a fuerza del sacrificio de quienes dieron la vida por nosotros.

Este mayo tiene tintes que no reflejan el amarillo, azul y rojo de nuestro tricolor. Este mayo no encuentra una población unida y dispuesta a cantar juntos su Himno nacional. Este mayo nos halla malhumorados, divididos, recelosos, con odio heredado o propiciado, sin objetivos nacionales, con el recelo de encontrar la muerte tanto en una carretera como en un templo, en una escuela como en un bar, es decir con el pavor de morir sin siquiera percatarnos, a mansalva, por designio de alguien o por una bala extraviada.

La Asamblea Nacional dejó de ser un espacio para el robustecimiento de los ideales cívicos, el lugar idóneo para que flamee el Tricolor nacional. Hoy una serie de agrupaciones y mal llamados partidos políticos elogian a sus amos y proclaman sus despropósitos. Los Congresos o Asambleas nacionales fueron creados para debatir proyectos, para encontrar soluciones para el país. Hoy se comercia en esos recintos, se obedece consignas de líderes políticos foráneos, se deshonra a la Patria.  

¿Seremos este veinticuatro de mayo: ¿testigos de un desastre, cómplices de una traición o defensores conscientes de nuestro futuro? (O)