Crónicas con oleaje y tinta de mar (II)

Aníbal Fernando Bonilla

El punto de quiebre que vuelve creíble estas crónicas, es que las mismas emergen de la calle, y de la gente de carne y hueso. Tal como constata su autor, de acuerdo al trajinar reporteril que lo convierte en testigo de primera mano del rutinario pálpito del entorno social. Ya que una de las peculiaridades de estos cerca de cuarenta textos es la responsabilidad por reflejar las profundidades de la problemática de nuestra sociedad. Por eso, no es fortuito que se describa a chiquillas en labores de prostíbulo, a rufianes vengando odios, a toxicómanos negando su futuro, a muchachas como mulas de droga cavando sus años y sus sueños, a ladronzuelos de poca monta y de gran calibre; la gran mayoría, empujadas y empujados a estos menesteres desagradables por el látigo de la pobreza.   

Nuestro redactor también expone los padecimientos a causa del terremoto en suelo manabita, suscitado en abril de 2016; el ansia de sobrevivencia debajo de los escombros de una edificación, como le sucedió a Yadira Reyes, quien estuvo así más de dos días, entre cadáveres, hidratando con su propia orina. 

¿Cuál es la motivación para que haya salido a la luz este libro? Solórzano responde en el portal Loscronistas.net: “Soy periodista. Mi oficio muere en la noche y nace por la mañana. Cuando el canillita va a la calle a vender el periódico ya debo estar pensando en lo que saldrá publicado el día después. […] Los periódicos tienen un ciclo corto de existencia: se compran, se leen y se desechan. Una de las razones que me llevaron a publicar A cuatro pasos de la muerte es que muchas de las historias que he escrito para el periódico merecían una segunda vida, porque no han perdido interés. Las confesiones de las personas a las que entrevisté en algún momento todavía sorprenden”.

Revelaciones que son fuente matriz del cronista, y que se tornan en amasijo comunicativo para representar los anhelos, vicisitudes y derrotas humanas. (O)