Resulta incomprensible

Marco Carrión Calderón

No solamente incomprensible sino hasta indignante es ver cómo la gente pobre y humilde del país, desventuradamente una importante mayoría, ha llegado a sentir una incuestionable simpatía y admiración por aquellos políticos que indiscutiblemente son los causantes de su malísima situación actual. Este fenómeno político, si bien es grave en nuestro país, ocurre en muchísimos otros con similares características.

En sociología se llama Síndrome de Estocolmo a esa especie de complicidad y vínculo afectivo –en veces un real enamoramiento- que se establece entre las víctimas de un secuestro y su captor lo cual puede deberse al aparente buen trato de este o al deseo. inconsciente a veces, pero compresible en todo caso, de ganarse su simpatía y mejorar su situación desventurada. 

Así es como llegamos a comprender que la población secuestrada por la pobreza, la corrupción y la inseguridad llega a sentirse amiga y aún sentir afecto por los personajes constructores de su desgracia. Y es que aquellos son expertos en atraer la simpatía de los pueblos míseros y desposeídos. Saben cuándo abrazar y besar a las gentes por más sucias que estén, no importa si un niño tiene su carita llena de mocos, igual le alzan en sus brazos y le llenan de caricias. Estrechar la mano de todas las personas a su alcance y brindar sonrisas a diestra y siniestra. Ir a los mercados populares para comer su comida, todos son mecanismos para conseguir el “cariño” y respaldo de quienes desean ser liberados de esa pobreza que tanto les atormenta.

Esos votantes inconscientes se creen afortunados al ser motivo de tal aparente atención de los candidatos por quienes creen llegar a sentir afecto y a quienes consideran obligación apoyar con sus votos. Si los candidatos consiguen el poder no importa que no cumplan sus promesas y por lo tanto que la esperanza popular sea defraudada, los apoyadores siguen creyendo fielmente en ellos y procuran justificar las razones de su incumplimiento, les basta con su presencia, una sonrisa o cualquier demostración de esa falsa simpatía y comprensión para que caigan nuevamente seducidos e incondicionalmente sigan apoyando en todo a esos tramposos personajes. (O)