Mon Laferte se adentra a una nueva etapa con «Tenochtitlán», el sencillo que da un adelanto de su próximo disco, que se presentará con una exposición para dar un concepto completo y que creó desde la calma, la reflexión y el amor al arte, dijo en una entrevista con EFE en la capital mexicana.
«Estoy muy enfocada en mi arte, quiero ser honesta, no quiero ser una artista pretenciosa. (…) Me vine a cuestionar todo: quién soy, cómo me voy a mostrar al mundo, mi personaje de artista qué tiene que decirle al mundo», explicó la artista chilena, quien dijo haber vivido un proceso «muy reconfortante» alejado de la neurosis de estar produciendo rápidamente.
Y es que la manera en la que creó el disco, cuyo nombre y fecha de publicación todavía no puede compartir, dista mucho de sus trabajos anteriores: utilizó bases y sonidos electrónicos y lo produjo junto a sus amigos Manuel Jalil y Daniel Martínez -reconocidos productor e ingeniero- durante dos meses encerrados en el estudio que Laferte tiene en su casa.
«Cuando llegaron no tenía ninguna canción pero esa era la idea. (…) Ha sido una experiencia bien distinta para mí, yo venía con la costumbre de hacer discos creándolos desde la composición, desde una guitarra o un piano, y esta vez me fui directo a bases de baterías, agarré ‘samples’, no tenía nada cuando me puse a trabajar», relató.
UN TRABAJO ECLÉCTICO
La artista multidisciplinaria detalló que cuando llegaron sus amigos y compañeros ella tenía una lista de reproducción de inspiración para el disco en la que se incluían múltiples géneros.
Se dijo «muy melómana», por lo que lo ecléctico está en sus listas pero también en la música que crea.
Su lista de reproducción contenía trip hop y esa influencia se puede percibir en «Tenochtitlán».
Pero, acotó, siempre están en su arte el bolero, el mambo o la música caribeña. «Siempre hay toquecitos de eso», compartió.
Esa mezcla de sonidos, aseguró, se podrá ver en su próximo álbum, en el que demostró arriesgando e incluyendo lo que le apeteciera. Algo que, dijo, cada vez está más aceptado y le hace sentir mucho más conforme.
«Antes había esto de la inquisición, como nazi, en la música, que tenías que hacer lo mismo siempre. Qué bueno que ya no. En mi caso me aburriría mucho haciendo lo mismo, sentiría que me estoy traicionando», expuso.
«A la larga es un fracaso porque dejas de crecer, de aprender, de retarte. Yo estoy todo el tiempo llevándome un poco al límite y hago crecer mi zona de confort», añadió.
Y eso muestra en «Tenochtitlán», una canción en la que se escuchan cuerdas clásicas, pero también una clara influencia del hip hop e incluso su voz filtrada electrónicamente.
El tema refiere situaciones desagradables que la naturalizada mexicana y muchas otras mujeres artistas viven durante su carrera, como la acusación de haber realizado favores sexuales para llegar a donde están.
«Yo no intento ponerme como una víctima en esta historia, intento hablar más desde una mirada antropológica. Está este personaje que representa el juicio social y, por otra parte, la voz interior que es esa fortaleza que dice ‘todo va a estar bien, no llores más’, y me quedó la rima perfecta ‘bajo el cielo de Tenochtitlán’. Y bueno, es mi hogar desde hace 16 años (Tenochtitlán, ahora Ciudad de México)», relató.
La artista comunicó que, cuando se presente el disco, habrá también una exposición para completarlo, pero no pudo dar más detalles, solamente dijo que ella no se siente cantante o cantautora, sino más bien alguien que quiere expresarse y tiene «distintos canales». EFE