El estiaje y Quingoyacu
El calentamiento global y sus devastadoras consecuencias ya son evidentes para toda la gente del planeta. Hace poco, en Río de Janeiro se dieron temperaturas que bordearon los ¡sesenta grados centígrados! La gente en otros lares migra por la destrucción de su hábitat que los expulsa porque no se puede vivir ahí. Los ejemplos son innumerables. Concluyo esta parte del texto, señalando que en estos días tiene lugar en Dubái la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, conocida como COP28, en la cual es notoria la acción de muchos lobistas petroleros que argumentan por la continuidad de la explotación del hidrocarburo, pese a todo.
Así está el mundo. Muchos, incluidas las organizaciones internacionales públicas, claman por el detenimiento de las actuales formas de producción; y, otros defienden a dentelladas sus intereses relacionados con el mantenimiento del estatus quo, con la incorporación de cambios insignificantes frente a la magnitud del problema.
En el Azuay y en Cuenca experimentamos un inédito estiaje. No llueve. Tenemos cortes en la producción de energía. Se deben tomar decisiones concretas para este presente y para el futuro que se vislumbra complejo. En este escenario se encuentra el proyecto Soldados-Yanuncay que no se construye, pese a que una parte importante de la opinión pública, siempre se manifestó a su favor. Otros se opusieron y lograron que se detenga esa iniciativa que para muchos -me incluyo- es positiva y debe ejecutarse cuanto antes.
La idea de contar con el embalse Quingoyacu en la cuenca alta del Río Yanuncay, constó en los Planes Maestros de Agua Potable para Cuenca, en 1986. Es un tema pendiente y debe ser resuelto. Como sociedad debemos organizarnos para debatir a fondo y después del proceso en el cual todas las posiciones se expresen, en esta ocasión en el marco de la realidad que implica el calentamiento global, decidamos lo que corresponda. (O)