Sí, en esta navidad la ciudad de Belén está silenciada por la irracionalidad del ser humano, ratificando que el peor enemigo del hombre es el mismo hombre; no habrá visitas de cristianos, judíos ni musulmanes, porque la guerra negó los rituales religiosos.
Belén, tiene un gran significado religioso para los cristianos por ser el lugar de nacimiento de Jesús de Nazaret, igual para los musulmanes que veneran la tumba de Raquel y para los judíos por ser el lugar de nacimiento y coronación del Rey David. La ciudad está localizada en territorio palestino de Cisjordania a 10 Km al sur de Jerusalén; históricamente lugar de encuentros bélicos entre israelitas y palestinos, que han segado la vida de miles de seres humanos, la destrucción de templos y de otros lugares históricos y religiosos de la humanidad. Hoy,”Belén está cerrada por todos sus accesos, la gente de Jerusalén o los cristianos de otras partes de Palestina no pueden venir a Belén”, lamentó Khouloud Daibes, directora de la Fundación para el Desarrollo de Belén.
Mientras, en nuestros pueblos celebramos el nacimiento de Jesús con diversas manifestaciones tanto religiosas como paganas, con costumbres importadas y propias que muestran la fe religiosa a través de nacimientos, árboles de navidad, papá noeles, luces de colores, gastronomía desde el pollo hasta el pavo relleno, los pases del niño destacándose el tradicional del “Niño Viajero” en Cuenca, hoy 24 de diciembre.
Y, la paradoja, en otras partes del planeta miles de vidas humanas se extinguen por las guerras, niños despedazados por misiles, quemados, heridos, con hambre, frío, huérfanos, sin techo ni abrigo, huyendo de la guerra, y una ciudad como Belén de un poco más de 25.000 habitantes viviendo días de terror y muerte, y hoy en silencio, acaso cerrando heridas y enterrando a sus muertos en un lugar donde hace aproximadamente 2.000 años nació el niño Jesús.
En este espacio, con esta Belén silenciada, auguramos la pronta llegada de la paz y extendemos el deseo para nuestros lectores de una: ¡FELIZ NAVIDAD!