Vaya que este año ha sido lleno de muchas emociones. Desde la elección de presidentes, alcaldes, prefectos, concejales hasta a ser víctimas de vacunadores, extorsionadores, ladrones, multas por radares, vicepresidenta barajada a Tel Aviv, apagones y alguna pavada más. Y casi se me olvida. Hemos visto que tenemos un sistema de justicia que apesta. Sí. Hemos ratificado que los que administran el país, trabajan para beneficio del narco. Netflix se puede inspirar con nosotros para crear una mega serie. Piense en el nombre. ¿Cómo se llamaría?
Está bien, no quiero amargarle con esto. Así que mejor planifiquemos el otro año. Y vaya que el que se viene es muy especial. ¿Por qué, se habrá preguntado? Le explico brevemente. El 2024 es preelectoral. Usted será testigo de cómo los remedos de políticos harán sus tan conocidas payasadas. Más o menos así: formularán juicios políticos por doquier, declararán el Día Nacional del Sancocho, o condecorarán la gestión de algún juez corrupto.
Y en las localidades habrá obras por montones. Sacarán plata hasta debajo de las piedras, para que los ciudadanos estemos bien tratados. Todo va a ser de maravilla. Un sueño de verdad. Las mismas autoridades irán con el pico y la pala a tapar los baches o señalizar alguna vía. Pero se preguntará por qué tanta maravilla. ¡Simple! En el 2025 tendremos que elegir a un nuevo presidente y hay que ganarse los votos desde antes.
Si soy un poquito grosero, sabrán disculpar. Es que los políticos nos quieren ver la cara de tontos. Tomarnos el pelo. Les damos el voto y llegan desesperados al poder. Rápido a contratar las obras y dirigirlas a sus panas proveedores. Ahí está el chanchullo. Te doy el camello, pero ya sabe, hay que devolver el favorcito. De la noche a la mañana esos sujetos aumentan su patrimonio de una manera desproporcionada. No les importa si van presos. Pasan algunos años guardados, pero al final salen a disfrutar de sus yates, autos de lujo y de las mansiones. (O)
