En el mundo egoísta surge la auto-ayuda. Un oxímoron, considerando que el concepto de ayuda implica la existencia de otro del cual se recibe o al cual se atiende. Ante la ruptura de los soportes que hacen legítimo el establecimiento de relaciones voluntarias fuera de los parámetros comerciales, la auto-ayuda surge para suplir la necesidad de apoyo sobre bases estrictamente solipsistas. Si bien la orientación del pensamiento y la reflexión sobre los resultados de la propia acción en el mundo siempre han estado presentes como rasgo elemental del ser humano, lo particular de esta época es que este proceso solo puede ser entendido sobre dos supuestos intocables: eres el único responsable de la vida que tienes y si no te sientes cómodo con la vida que llevas necesitas auto-ayuda. Las actuales corrientes críticas identifican estos supuestos con la expresión de un novedoso sistema de control que ya no requiere de instituciones disciplinarias que amaestren u obliguen. El control -que no ha desaparecido-, se resuelve en formas menos toscas, más llamativas y seductoras. El control ha sido entregado al propio sujeto que actúa, corrige y reprime sobre sí mismo, pero ya no con penitencias y mortificaciones, sino con la búsqueda irreflexiva e inmediata de la satisfacción. Se trata de un sujeto que ha desactivado la comprensión de las razones sociales de su sujeción. Un sujeto que se ve impelido a realizar el deseo, un “sujeto libre” que idealizando la obtención de la felicidad, ratifica su funcionalidad y su superfluidad. (O)
CMV
Licenciada en Ciencias de la Información y Comunicación Social y Diplomado en Medio Impresos Experiencia como periodista y editora de suplementos. Es editora digital.
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