“… Salud, dinero y amor…” así dice la canción del compositor argentino Rodolfo Sciammarella estrenada en 1941, y que se popularizo en esa época en los países de habla hispana.
Las coplas se referían a las situaciones de la División Azul y reflejaban la realidad española de penuria económica de ese y otros países en guerra.
Recordemos que la División Azul 250 de Infantería, se formó puramente de voluntarios españoles para pelear con la antigua Unión Soviética en la Segunda Guerra Mundial y en la cual también participaron 146 mujeres; como enfermeras, unidas en la Sección Femenina.
La canción continua… “el que tenga estas tres cosas que le dé gracias a Dios”, una de las canciones aún cantadas en cada serenata entre amigos y familia.
Deberíamos añadir a las coplas, algo más: “Comunidad”; es decir, a la necesidad de apreciar la unidad en una conciencia común ya sea en intereses, valores, lugar o cultura para así estimar una conexión común y generar beneficios de apoyo mutuo, sentido de pertenencia, colaboración, aprendizaje.
Cuando vivimos momentos vulnerables, en donde se polarizan pensamientos que dividen, o políticas de extremas derechas o izquierdas intolerantes y a veces corruptas, tenemos que cuidar el sentido de comunidad y saber considerarlas si además tienen la intención de solidaridad, tolerancia y compasión.
Sería, una estrategia de sobrevivencia para las futuras generaciones si también se valora este concepto para promover sostenibilidad, protección de recursos naturales, biodiversidad y cultura.
Un tema que se podría distinguir en la Cumbre de presidentes, “Cumbre de Cuenca”, este noviembre como parte esencial para la integración Andina y Latinoamericana y como un paso adelante y acertado de cooperación internacional. (O)
