¿Hagámonos un examen introspectivo y valoremos el significado que le damos a la palabra Navidad; pero también pensemos de cuanto cumplimos sobre esta considerable acepción? Respondámonos con total sinceridad a nosotros mismos, si en verdad hemos dejado de adoptar posiciones presuntuosas, egoístas y excluyentes; si nos hemos alejado de la proterva costumbre de seguir acumulando posiciones o bienes materiales, todo lo cual, no nos hace vislumbrar la dimensión de los verdaderos valores morales y espirituales. Tenemos o no, la certeza de haber ayudado en algo a combatir la deshumanización, con todas las convalidaciones que ella incluye, llámese soledad, inequidad, enfermedades, y la pobreza en toda su extensión. ¿Hemos colaborado de alguna manera en ayudar a reconstruir los hogares tristes, desolados, destruidos? No nos damos cuenta que vivimos muy a prisa, muchas veces hablando mal del género humano; nos enojamos constantemente, y no brindamos el tiempo suficiente para escuchar a nuestros congéneres. Navidad es sinónimo de paz, perdón, solidaridad, encuentro, justicia, alegría, conversión, compromiso, reflexión, enmienda; es época de extender la mano amiga, sincera, solidaria, y darnos un abrazo de reconciliación con todas las personas. No es justo que, en este mundo consumista, devastado por los malos gobiernos, donde ha primado la corrupción, el oportunismo y la delincuencia, sigamos derrochando dinero, cuando hay personas que sufren y no pueden suplir sus necesidades de miseria y hambre. Navidad no es la oportunidad de brindar únicamente un regalo material, ya que lo material y el dinero no son la finalidad ni la esencia de la vida. En definitiva, en Navidad abramos las puertas de nuestro corazón para todas las personas que quieren llegar a él, y toquemos las puertas de esos corazones tristes, vacíos que necesitan ayuda espiritual, cariño, comprensión y amor. Ojalá que esta etapa de narco delincuencia que ha causado en el país una inexorable descomposición social, económica, política y sobre todo moral, nos haya dejado verdaderas enseñanzas, y a pesar de tantas circunstancias adversas que estamos soportando, podamos definitivamente dejar de lado el orgullo, la vanidad y la prepotencia; sepultemos el odio, la soberbia y la venganza; desterremos la tristeza, y enmendemos los errores. Con esta actitud positiva estamos seguros que vendrán días mejores, donde nos podamos estrechar fraternalmente en un cálido abrazo. ¡Feliz Navidad apreciados lectores! (O)
