Nadie muere la víspera, todos tenemos el día y la fecha fijados, pero esa lógica no sirve para una madre que pierde a su hijo, más aún cuando es gracias a la ineptitud de un estado incapaz de controlar la inseguridad. Ecuador registró 496 muertes violentas de niños y adolescentes en 2024, 352 en 2023, 194 en el 2022. Con relación a los datos previos a la pandemia los homicidios de menores de edad aumentaron un 682% desde el 2019. Lo peor del dato es que son niños matando niños, el crimen organizado usa a niños y adolescentes como sicarios para sus ataques, sus vidas tampoco importan.
Cómo podemos dormir tranquilos con esos datos, cómo hacemos para no pensar lo peor cada vez que un hijo o hija sale de paseo, a estudiar, a hacer un mandado, a la tienda, a jugar, a vivir como lo debe hacer cualquier niño o adolescente. Cómo no tener el corazón en la boca y el alma a brincos. En quién tener fe, si ya no podemos confiar ni en las fuerzas del orden.
Ahora los candidatos ofrecen tratar como adultos a esos niños, victimas a su vez de la mafia, y que les caiga el peso de la ley, como si ser incapaz de cuidar de un niño y prevenir que se convierta en asesino no fuera un delito. No votemos por quien ofrece cárcel en lugar de protección. (O)