Atrás quedaron los días en que las autoridades locales y nacionales trabajaban de la mano en una agenda común. Hoy, solo quedan las fotos y los recuerdos de una época en la que el civismo y la cooperación parecían ser la norma. Sin embargo, frente a la inclemencia del tiempo, Cuenca y el Azuay no pueden darse el lujo de esperar. La responsabilidad local es insistir y exigir respuestas concretas del gobierno central. Un relato que, una vez más, vuelve a ser titular.
Las prioridades locales en materia vial y social han tomado por sorpresa a un gobierno nacional desbordado. La provincia enfrenta el deterioro de su infraestructura con recursos propios, maquinaria municipal y provincial, mientras las promesas nacionales se diluyen o, peor aún, ignoran la urgencia del problema.
Las consecuencias son evidentes. A pesar de los esfuerzos de las autoridades locales por impulsar el turismo y la producción, el aislamiento vial ha golpeado la expectativa económica del sector, especialmente durante el feriado de Carnaval. Si el acceso a Girón y Machala está interrumpido y la vía a Guayaquil sigue con intermitencias, resulta difícil atraer visitantes, por más encantos que ofrezca Cuenca.
A esto se suma otro problema de fondo: la distribución de recursos. La relación antes fluida entre el gobierno central y la provincia ha dado paso a un cruce de declaraciones y posteos en redes sociales que no resuelven las justas demandas locales. Es de esperar que la agenda nacional y el calendario electoral no eclipsen la urgencia de atender estos problemas. Cuenca y el Azuay no pueden seguir en el olvido, ni en el frente vial ni en el político.