La historia del barrio El Vado se remonta a la fundación de Cuenca. Aunque no fue el primer barrio de la ciudad sí era el principal ingreso al centro para quienes llegaban desde la zona sur.
Hoy alberga mucha cultura y dejó de ser un lugar peligroso para convertirse en uno de los atractivos e íconos turísticos. En sus entrañas guarda tesoros, como la memoria de la música cuencana que surge de las manos de artesanos constructores de instrumentos.
Dos luthier mantienen esta tradición en el sector y generan un circuito turístico que está abierto para que el público local y extranjero lo visite.
El más visible de ambos es el maestro Oswaldo Morocho, también conocido como ‘Maestro Chocho’. Con 57 años, conserva el oficio de la construcción y ejecución de instrumentos, principalmente, andinos.
Bombos, quenas, quenachos, zampoñas, rondadores, payas, pingullos, ronrocos y charangos son parte de su creativo catálogo de instrumentos.
Desde hace 12 años hizo de El Vado su lugar de trabajo. Es un barrio en el que se siente a gusto; no obstante, lamenta que quienes promueven visitas a este sector, poco hablan de su labor.
“Pocos son los guías que traen a los turistas a mi local, más abordan temas de historia y murales que hay en el sector que, aunque no está mal, debe incluirnos”, comentó.
Está abierto para hacer demostraciones de su trabajo e incluso interpretar los instrumentos que construye. “Es sencillo”, porque desde hace 20 años dirige el grupo de música tradicional ‘Pumapungo’, de la Universidad Politécnica Salesiana (UPS).
Acceder a su local se logra a través de la adoquinada calle peatonal La Condamine. El número es el 12-144 y forma parte del la Casa Museo La Condamine, uno de los espacios dedicado a la venta de antigüedades.
Pero Morocho no es el único luthier del barrio El Vado. A solo 50 metros, sobre la calle Tarqui, en el número 6-13, Saúl Benalcázar es un reconocido artesano dedicado a la construcción y reconstrucción de instrumentos de cuerda.
Desde hace 35 años, el artesano y sus herramientas habitan en uno de los zaguanes más conocidos por los músicos de ‘sepa’. Aquí la magia se hace con maderas de laurel, capulí, cedro o pino.
La madera es el aroma predilecto del ambiente en su taller. En este lugar reposan sus más recientes obras en proceso, como dos guitarras que viajarán a Guayas y a Manabí. También está tallando un ‘diablito’, un tipo de charango con sonido más agudo.
Por su trabajo, en 2014, Benalcázar ganó el Premio a la Excelencia Artesanal otorgado por la Unesco y del Centro Interamericano de Artesanías y Artes Populares (CIDAP).
Hoy, como desde hace varios años, tiene pocos pedidos para construir instrumentos. Eso se debe a la fuerte disputa del mercado con marcas internacionales. Eso ha reducido el número de visitas a su taller.
Pero esto no impide que pueda abrirlo a la gente. Ahora, a través de una llamada, el visitante nacional y extranjero puede ingresar al universo luthier de Benalcázar, que con él son tres generaciones de artesanos ya que su abuelo y su padre también incorporaron el oficio a la familia.
Visitar estos espacios permiten acercarse a la cultura, patrimonio e historia de El Vado. (FCS)-(I)
DATOS
- Para acceder al local del luthier Saúl Benalcázar se puede agendar una visita contactándose al teléfono 0998817875.
- Las visitas programadas al taller de Oswaldo Morocho, en la calle La Condamine, se lo hacen llamando al 0939564837.