Ya es común, en estos tiempos, que cada quien organice un Pase del Niño. Sin embargo, algunos sobresalen, sobre todo, por su trascendencia. Un ejemplo de ello es el evento que organiza la conocida “Tía Lulú”, una mujer blanca y bajita que agradece a los que llegan y se suman al desfile que organiza cada año.
Y como no podía faltar, ayer, Lulú volvió a reunir a un poco más de un centenar de personas en la calle Juan Montalvo. Músicos, niños vestidos, en su mayoría de ángeles, y familias enteras participaron del tradicional Pase que finalizó, como todos los años, con una misa en la iglesia del Cenáculo.
Aunque todo se repite cada año: la ruta del desfile, los disfraces y los villancicos, el Pase del Niño de Lulú sirve como excusa para el reencuentro y para crear los lazos que permitan que la tradición se mantenga.
Ayer, por ejemplo, quienes hasta hace un par de décadas recién se habían casado, presentaron a sus conocidos a sus nietos y bisnietos. Los que participaron en el Pase tienen la esperanza de que ellos, de los que hoy son niños, puedan sostener el desfile que se realizó por primera vez en el año 1965.
“Este es un Pase del Niño más pequeño, pero tiene mucha importancia para los que participan. La fe y el agradecimiento es lo que sostiene a este evento que espero que se continúe realizando”, opinó Laura González.
El Pase del Niño de Lulú también funciona, para las personas mayores, como un espacio de añoranza y de reflexión sobre el pasado, presente y futuro de la ciudad de Cuenca. Y por esa misma razón, esperan que el próximo año el Pase se vuelva a realizar. (AWM)-(I)