“Gracias, amigos, por la sintonía en todo el sur del país, 9 60 en amplitud modulada”, dice Diego Morales, y luego empieza a enviar a saludos, principalmente, a la gente que ya no está en las parroquias rurales de Cuenca porque decidieron buscar un lugar mejor y fuera del Ecuador.
Diego repite, como para que sus oyentes no se olviden, que están escuchando radio Sonoonda. Recalca que es internacional, tal vez porque quiere que los migrantes se enteren, a través de sus compatriotas, que hay una emisora que llega a las partes altas de Cuenca.
Los que se fueron al extranjero, si bien es un público amplio para Sonoonda −una emisora que lleva sintonizándose más de 20 años−, son solo una parte de un grupo de oyentes mucho más grande. Están las personas que viven en las comunidades y caseríos que son cientos, según Diego.
“Hay gente que se despierta con la radio y que se duerme con la radio. En las comunidades nos escuchan, siempre estamos en contacto con ellos. Para ellos solo hay la radio, no hay nadie más”, dice Diego, quien al nombrar a “ellos” se refiere a la gente que tiene sus años, y que no ha dejado sus comunidades.
Sonoonda es una de las pocas radios comunitarias que hay en el cantón Cuenca. Entre su programación están microinformativos y espacios para entrevistas, pero lo que más sobresale son los espacios de música y los programas con los que se pretende compartir las fiestas que están compuestas por la forma de ser de las comunidades.
Para quienes están detrás de una radio comunitaria, el fin es que en la memoria todavía perdure los distintos comportamientos y culturas de las personas que no están en la urbe sino en las zonas rurales. Sin embargo, no es nada fácil.
Más allá del hecho
Aunque las radios comunitarias también usan sus espacios para compartir una noticia puntual o solicitar a los gobiernos una mejor atención, prácticamente todos los días, lo que prima es el rescate de las tradiciones.
“Necesitamos inculcar las tradiciones y lo que se está perdiendo entre nuestros jóvenes. Imagínese, los jóvenes de nuestro campo ya no saben hacer la chicha de jora. En la comida ancestral estamos enfocados. Queremos rescatar en nuestra generación lo nuestro”, dice Oswaldo Tenesaca, quien trabaja en radio Quimsacocha.
Para los que trabajan en las radios comunitarias hay la necesidad de un periodismo que refleje la cultura de las comunidades como parte de un rescate que lo hacen un grupo de personas, que en la mayoría de los casos, no ha estudiado una carrera periodística, y aun así, se ha puesto detrás de un micrófono para hablar.
Esa reflexión, para las radios comunitarias, tiene mucho más peso y valor hoy, ya que se celebra el Día del Periodista ecuatoriano.
“Las radios comunitarias tiene un fin, y es rescatar las costumbres y las tradiciones de nuestros pueblos. Y eso intentamos nosotros. Brindar espacios para que la gente que se ha ido nos escuche, porque ellos añoran a sus comunidades”, dice Diego Morales antes de complacer con un pasillo a uno de sus oyentes.
La comunidad con agenda alterna
Para Caroline Ávila, comunicadora e investigadora, las radios comunitarias surgieron por esa necesidad de tener una agenda propia y distinta a la agenda que tienen los medios más grandes y que son considerados como poderosos, en los cuales, hay muy poca información de lo que está sucediendo en las comunidades alejadas de la ciudad.
“El medio comunitario es capaz de levantar a una comunidad y de presionar. Podemos ver el ejemplo de lo que sucedió en el paro nacional de octubre. Se dieron a conocer las radios comunitarias que hablaban de lo que sucedía en su idioma. Estos medios tienen mucha importancia en sus comunidades”, opinó la investigadora. (I)