La cuenca del río Machángara tiene una superficie de 32.500 hectáreas, de las cuales 25.000 corresponden al Bosque y Vegetación Protectora Tomebamba -Machángara. Curiosamente, está ubicada en dos provincias: Azuay y Cañar, y abarca varias parroquias.
Es un ecosistema estratégico para el cantón debido a los diversos servicios que brinda, tanto por su biodiversidad como en la producción de energía hidroeléctrica, la provisión de agua potable y agua para riego, siendo un soporte vital y una prioridad para la población cuencana.
Actualmente, aporta más del 60% del agua necesaria para el suministro de Cuenca y su periferia, a pesar de contar con una menor superficie que las cuencas del Tomebamba y Yanuncay. Genera 39,5 MW de energía con las centrales de Saucay y Saymirín, y proporciona agua de riego a 2.900 usuarios.
El 28 de julio de 1998 se conformó el Comité de Cuenca del Río Machángara, integrado por ETAPA EP, ELECAUSTRO, MAATE, MAG, GPA, Junta de Riego, UCuenca y GADPs, siendo reconocido el trabajo de sus mentores: el Ing. Agustín Rengel, como gerente de ETAPA, y el Ing. Antonio Borrero, gerente de ELECAUSTRO, por su visión futurista en la planificación y cuidado del Machángara.
En estos 26 años de vida, ya es una organización pionera en la gestión de recursos naturales. Entidades internacionales como el AICCA, la CAF consideran que es una de las cuencas mejor conservadas en toda la región.
La Ing. Catalina Díaz Granda (Cati), secretaria técnica del Comité de Conservación de la cuenca durante 21 años, expresa que el éxito alcanzado se debe al trabajo constante en cercanía con cada usuario, conjugando acciones para proteger la cuenca y satisfacer las necesidades de la población para su sustento y bienestar. A esto se suma la capacitación continua a la población para su promoción familiar y colectiva.
Finalmente, la incansable profesional considera que la presencia de los embalses de Chanlud, con 17 millones de m³, y El Labrado, con 6 millones de m³, es fundamental para asegurar el suministro de agua para el cantón, lo cual debe replicarse con urgencia en las cuencas del Tomebamba y Yanuncay, más aún con las adversas afecciones que ya soportamos por el cambio climático. (O)