La elección presidencial en Ecuador, con el triunfo de Daniel Noboa con 0,16 % sobre la candidata del correísmo Luisa González, otra vez deja dudas de su fiabilidad por la cuestionada gestión del CNE. Los hechos confirman que algo pasó cuando se inició la transmisión de los resultados. A las 18:33 h del 9 de febrero un mensaje decía “página del CNE presenta intermitencias, se sugiere descargar la aplicación” luego de lo cual empezó a cambiar la tendencia a favor de González, igual que ocurrió cuando Lenin y Lasso disputaron la presidencia.
Algunas advertencias se habían dado en las redes sociales, como aquella de Ramiro Rivera y otros analistas respecto a la fragilidad de la informática. Y las insinuaciones, con varios memes inclusive, que decían “ya tenemos los resultados, solo faltan las elecciones” demuestra la falta de confianza en el sistema del CNE.
Para cuándo entonces el cambio de los consejeros Atamaint, Pita y Cabrera en quienes los ecuatorianos dejamos de creer hace mucho tiempo, no solamente por su inoperante desempeño, sino porque ya debían irse hace rato, si no hubiese sido por la genuflexión que los miembros del CPCCS les hicieron, para prolongarles en sus funciones aduciendo el trillado “tiempo electoral”, en el cual ya nos hemos acostumbrado a vivir en el Ecuador.
Las advertencias de los entendidos de que en Manabí siempre hay problemas de control electoral; el haber permitido que las fotos de Correa en gigantes pancartas aparezcan inundando la escena política, cuando siendo un sentenciado prófugo de la justicia está expresamente prohibido en la Constitución y la ley; el no haber podido descartar la influencia de la Universidad Técnica de Manabí como un centro de manipulación ideológica y quién sabe qué más, con un grupo de profesores cubanos, la figura controversial de Fernando Casado, la posición activista del rector, suegro de Andrés Arauz y por tanto muy cercano a la RC; toda esta política de hacerse de la vista gorda, configura un organismo con más dudas que certezas.
La queja de Noboa, de que grupos delincuenciales amenazaron a los ciudadanos para que voten por la tendencia correista, fue distorsionada con propósitos nefastos cambiando el significado de la denuncia, para hacer creer por parte de la RC, tal como circula con furor inusitado en las redes, de que el candidato había dicho que quienes votaron por González eran delincuentes y narco traficantes. Nada más falso. El CNE no ha hecho nada por al menos hacer revisiones en los centros electorales, ni tampoco han constatado los perfiles de quienes asistieron a las mesas, con una presencia tibia y hasta ausente de monitoreo antes, durante y después del proceso de las votaciones.
El CNE debe revisar al milímetro cada dólar gastado, por los candidatos finalistas como de los chimbadores, quienes, salvo honrosas excepciones, prestaron su nombre para el sainete de la primera vuelta.
Para la segunda vuelta, los controles deben ser más exhaustivos, para garantizar una elección honorable. De haber problemas como las irregularidades en la transmisión de información, deberá realizarse una profunda auditoría de votos. (O)