Con un ausentismo de cerca de 22%, de acuerdo con la información de la página del CNE, con un 9% de votos nulos y blancos (considere usted que los blancos solos se imponen sobre 11 de los 16 candidatos y los nulos sobre los 14), cuando además 12 de los 16 candidatos no llegan al 1% y otros dos no alcanzan, al menos, un 10%; he escuchado a muchos analistas, críticos y expertos hablar de bipartidismo en el país, cosa que me llama la atención, por ligera, floja y vacía.
El bipartidismo significa la existencia de dos organizaciones políticas que, hegemónicamente, luchan por el ejercicio del poder; perspectiva desde la cual cabe preguntarnos, ¿cuáles son las organizaciones políticas en lucha hegemónica por el poder?
Desde la perspectiva ideológica Unidad Popular, Pachakutik, el Partido Socialista Ecuatoriano, el Partido Social Cristiano y la Izquierda Democrática se identifican con un breviario ideológico sobre el cual, en algún momento, se hizo una construcción de militancia activa; en tanto que organizaciones como suma, avanza, creo, construye, etc., son verbos vacíos de ideología, verbos que se activan electoralmente y para procurar sostenerse dentro del contexto y mapa de organizaciones políticas.
Desde la perspectiva de la estructura, nuevamente las mismas organizaciones con estructuras limitadas a espacios locales o a lo sumo regionales, organizaciones de nicho sin posibilidades de crecimiento y representación nacional; exclusivamente la Revolución Ciudadana con una estructura nacional consolidada; frente a Acción Democrática Nacional, movimiento basado en un liderazgo vertical con estructuras políticas territoriales en proceso de construcción.
No, no estamos en un contexto de bipartidismo, asistimos a algo más parecido a una tercera vuelta entre los finalistas del último proceso electoral, caracterizado por la participación de 14 carpas sin estrategia, estructura ni identidad; hablar de bipartidismo es ocultar el problema real de nuestro sistema de partidos políticos: ¡No existen! (O)