Como antecedente habría que decir de manera sintética que la sublimación es la transformación del deseo (sobre todo el deseo sexual) en idea. Es decir, es la movilidad de un tipo de energía que no necesariamente puede o debe tener una expresión concreta en la realidad, hacia opciones culturalmente aceptadas. Desde la perspectiva crítica, originalmente se pensó que la cultura no solo ofrecía opciones adecuadas de expresión, sino que también encerraba un factor represivo. Ahora bien, la desublimación represiva (concepto que pertenece a Herbert Marcuse), contendría los mecanismos y las circunstancias en la que esos deseos dejan de ser reprimidos y pasan a ser posibilitados por el ordenamiento del capitalismo tardío, que adopta la tolerancia y la libertad como un sofisticado mecanismo de servidumbre que alienta el conformismo de las personas y ratifica el statu quo. Esta forma de dominación perfeccionada abandona el autoritarismo bruto y lo transforma en seducción y gratificación inmediatas. Así funciona la lógica de la mercancía y el consumismo, que de paso hace añicos la cultura. ¡Quiero esto ya! Pero la satisfacción instantánea no libera, ata, somete y controla. La potencial energía transformadora se extingue en el conformismo libremente elegido. Y todo ello con el soporte de los medios tecnológicos: PORNHUB no da afecto, chatGPT no da conocimiento, X no da relevancia, INSTAGRAM no da identidad, FACEBOOK no da amigos. Parecería que las alternativas humanistas contradictoriamente pasan por renunciar a la tecnología. (O)
Dr. Sebastián Endara
Ph.D. Quito, 1978. Ensayista, poeta, docente universitario. Especialista en Pedagogía política y pensamiento social. Editor en Jefe de las revistas científicas de la Universidad Católica de Cuenca.
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