Geopolítica y voto: claves para entender el resultado electoral

Caroline Avila Nieto

El resultado de las elecciones presidenciales del 13 de abril en Ecuador no solo ratificó a Daniel Noboa como presidente, sino que también evidenció cómo la política interna se entrelaza cada vez más con las dinámicas geopolíticas. En medio de una profunda crisis de seguridad, una economía en tensión y una ciudadanía desencantada con los referentes tradicionales, Noboa supo representar una alternativa pragmática, tecnocrática y alineada con una visión occidental del desarrollo. Su imagen de empresario joven y su discurso de acción directa generaron confianza, especialmente en sectores urbanos y de clase media que exigían respuestas inmediatas y estabilidad institucional.
Uno de los elementos menos explorados, pero claves para entender el triunfo de Noboa, es la dimensión internacional del voto. En un país dolarizado y altamente dependiente del comercio exterior, las remesas y la cooperación, la percepción de que Noboa representa una vía de entendimiento con Estados Unidos funcionó como un argumento de peso para muchos votantes. Frente a una candidata como Luisa González —asociada con un proyecto político que históricamente ha confrontado a las potencias occidentales—, la ciudadanía optó por la estabilidad antes que la confrontación. La fotografía de Noboa con Donald Trump, así como el mensaje de felicitación del exmandatario, operaron como símbolos que reforzaron la idea de que el nuevo presidente tiene respaldo internacional y capacidad de interlocución global.
Más allá del componente geopolítico, el triunfo también se explica por el refuerzo del anticorreísmo como mito político. El regreso mediático de Rafael Correa y otras figuras del pasado reactivaron temoressobre dolarización, manipulación de las instituciones e incluso corrupción. Pese a los intentos del correísmo por renovarse, no logró desmontar las narrativas adversas que lo han perseguido durante años. En ese contexto, el voto no fue necesariamente de adhesión entusiasta a Noboa, sino de rechazo simbólico a un modelo que una parte importante del electorado asocia con el riesgo.
En este escenario, la narrativa de fraude impulsada por la Revolución Ciudadana pierde fuerza, tanto por la falta de pruebas concluyentes como por las señales contradictorias de sus propios líderes, varios de los cuales han reconocido públicamente el triunfo del presidente. Esto no elimina las preocupaciones levantadas por la Misión de Observadores de la OEA sobre los abusos del aparato estatal y la discrecionalidad en las licencias del mandatario, las cuales de alguna manera inclinan la cancha del juego electoral. El desafío para Noboa será demostrar que puede gobernar más allá del relato y del simbolismo, generando resultados concretos sin caer en excesos autoritarios. Si logra articular un modelo de gobernabilidad que combine eficacia, estabilidad democrática y apertura internacional, podrá marcar una nueva etapa en la política ecuatoriana. De lo contrario, corre el riesgo de convertirse en un eslabón más en la cadena de gobiernos cortoplacistas que no han sabido romper con la polarización estructural del país. (O)
@avilanieto

Dra. Caroline Ávila

Académica. Doctora en Comunicación. Especialista en Comunicación Estratégica y Política con énfasis en Comunicación gubernamental. Analista académica, política y comunicacional a nivel nacional e internacional.

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