
Esta es la historia del paramédico cuencano Carlos Fernando Albarracín Bueno, de 36 años, quien emigró a Estados Unidos y continúa laborando en la atención de emergencias a bordo de ambulancias.
Su misión es la misma que aprendió en Ecuador: salvar vidas.
El ecuatoriano, con el corazón dividido entre dos tierras, emigró para seguir haciendo lo que ama: estabilizar pacientes, calmar miedos y ser el primer rostro de esperanza en los momentos más críticos.
Ser paramédico no es un trabajo, es un llamado, y él lo sigue escuchando, sin importar la geografía.
Carlos relata que parte de su experiencia la obtuvo en la ciudad de Cuenca, al laborar durante 15 años como conductor y paramédico en las ambulancias del Hospital José Carrasco Arteaga del IESS.
Recuerda que cursó sus estudios en el Instituto Tecnológico Superior American College, donde se graduó en el año 2016 como paramédico en atención de emergencias médicas. Esto le ha llevado a vivir muchas experiencias gratificantes al salvar vidas, así como a enfrentar momentos de riesgo, propios de la atención de emergencias.
También señala haber sido parte del equipo de cuatro paramédicos que conformaron el grupo inicial de atención de emergencias del ECU-911 en Cuenca.
Vivencias en Ecuador
Las emergencias en las que ha estado presente para atender a pacientes son numerosas. Por ejemplo, participó en la atención durante el terremoto del 16 de abril de 2016, cuando Ecuador vivió un sismo de magnitud 7.8, cuyo epicentro fue la población de Pedernales, en la provincia de Manabí.
También recuerda el reto de atender a personas durante la pandemia por COVID-19, que afectó a Ecuador, al igual que al resto del mundo, en el año 2020. Fue un tiempo de miedo al contagio, a pesar de que se cumplían los protocolos de bioseguridad, como el uso de trajes, mascarillas y gafas.
Aún recuerda todos los cuidados que debía seguir para ingresar a su domicilio y poder compartir con su familia. Todo fue superado. Fue una época en la que muchas familias perdieron a sus seres queridos.
De igual forma, ha estado presente como paramédico para atender a pacientes afectados por graves accidentes de tránsito. Narra la grave emergencia que se suscitó el 12 de agosto de 2018, cuando un bus de la cooperativa de transporte Señor de los Milagros se volcó en el kilómetro 57 de la vía Cuenca-Molleturo-El Empalme, en la provincia del Azuay.
Como consecuencia del accidente, 12 personas fallecieron y 24 resultaron heridas. En el referido bus se transportaban hinchas del Barcelona Sporting Club que regresaban a Guayaquil, luego de presenciar un encuentro de fútbol en la ciudad de Cuenca.
Ahora, todas estas experiencias de atender a personas afectadas en su salud las aplica en Estados Unidos. Menciona que los protocolos y plataformas tecnológicas son distintas, pero la finalidad es la misma: auxiliar a las personas en emergencia.
Explica que no todo ha sido fácil; su historia es similar a la de miles de compatriotas que dejaron atrás su país en busca de oportunidades.
Atención de emergencias
Carlos emigró hace un año a Estados Unidos con la incertidumbre de qué pasaría con su profesión, pero luego de capacitaciones y nuevas oportunidades, actualmente labora como EMT (técnico en emergencias médicas). Con sus compañeros, acude en ambulancias a atender emergencias despachadas por el 911.
Un EMT es un profesional sanitario que proporciona cuidados médicos de emergencia a personas que han sufrido una lesión o enfermedad repentina.
Estos profesionales están capacitados para estabilizar a los pacientes, brindar atención básica y, si es necesario, transportar al paciente a un centro médico u hospital.
Carlos cumple su labor en Aurora, la segunda ciudad más grande del estado de Illinois, en Estados Unidos.
Menciona que uno de sus retos es dominar el idioma inglés, aunque también señala que hablar español representa una ventaja para atender a pacientes hispanohablantes.
Actualmente, ya ha participado en capacitaciones y entrenamientos tácticos para la atención de emergencias. Hay muchas novedades, como actualizaciones en el manejo de plataformas y monitoreo de pacientes. Los procesos son digitales y la tecnología, más sofisticada.
Pero recalca que la misión es la misma: salvar vidas. Lo que muchas personas han visto solo en películas, un paramédico lo vive en la realidad, enfrentando situaciones como amputaciones, decapitaciones o tragedias en las que mueren familias completas.
Emergencias que marcaron sus recuerdos
Una emergencia que marcó su vida ocurrió en Ecuador, cuando junto a sus compañeros acudieron a un llamado en el que se reportaba que un niño de tres años había “broncoaspirado”.
Hicimos todo lo que pudimos con maniobras de Reanimación Cardiopulmonar (RCP) y trasladamos al pequeño en “clave roja” a un hospital, pero, lamentablemente, todo fue en vano. No lo pudimos salvar.
Eso me marcó mucho, pues en ese entonces también iniciaba mi vida como padre de familia y sentí como si hubiera sido un familiar, relata.
Una de las situaciones más tristes es cuando, entre los afectados de una emergencia, hay niños. Comenta que durante un feriado de Carnaval en Ecuador hubo un accidente de tránsito en la vía Cuenca-Azogues, cuando un vehículo perdió pista y cayó sobre otro, dejando varias víctimas de una misma familia; solo una niña de 10 años sobrevivió.
Las vivencias son muchas, y algunas gratificantes, como constatar que una persona en alto riesgo de fallecer sobrevive al recibir los primeros auxilios. Recuerda especialmente el caso de una madre de familia que fue trasladada desde la parroquia El Valle, de Cuenca, a una casa de salud.
Los paramédicos pensaron que no resistiría, pero, por coincidencia, tiempo después volvió a encontrarla y recibió su agradecimiento por haberle salvado la vida.
Carlos lleva en su corazón a toda su familia, en especial a sus dos hijos, que lo esperan en Ecuador. Espera poder retornar pronto a su natal Cuenca. (I)


