La naturaleza vuelve a mostrar su furia, esta vez contra Azuay, Morona Santiago, Zamora Chinchipe y Napo.
Intensas lluvias provocaron la crecida de ríos, desbordamientos de quebradas, destrucción de vías, rotura de puentes, socavones, derrumbes y cientos de damnificados.
Videos, fotografías y más reportes, difundidos, primero por los afectados, luego confirmados por los medios de comunicación, demuestran aquel poder devastador.
Como si lo expuesto no fuera suficiente, las lluvias dañaron la calidad del agua vertida a la hidroeléctrica Coca Codo Sinclair, entre otras, obligando a la Cenace a detener su operación.
Los oleoductos OCP y SOTE también suspendieron sus operaciones a raíz de la destrucción de un tramo de la vía Quito-Lago Agrio como consecuencia de la erosión regresiva en el río Coca.
Tampoco corresponde culpar a la naturaleza, si personas desaprensivas taponan quebradas o achican sus orillas, como ha ocurrido en el cantón Sevilla de Oro; si no hay mantenimiento vial o se destruyen páramos y bosques.
En Azuay, un tramo de la vía Paute-Guarumales-Méndez quedó inutilizado, mientras la parroquia Amaluza está en riesgo a causa de un aluvión por la crecida de la quebrada Curiacu.
Los gobiernos seccionales, cuyos recursos económicos y operativos son escasos, hacen todo cuanto esté a su alcance para paliar la emergencia.
Con seguridad, el tramo de la referida vía, responsabilidad del Ministerio de Transporte y Obras Públicas, quedará, quien sabe por cuánto tiempo, como está ahora: lozas de pavimento en el aire, un hueco profundo, y en él escurriéndose agua y lodo.
A lo mucho, vendrán los estudios, las promesas, y la eterna espera.
Solo hechos concretos y rápidos podrán desmentir ese presagio. Este es el reto del Mtop, cuyo titular ya debió cancelar su acompañamiento a la plana mayor del Gobierno, de gira internacional, mientras acá, un cuarto del país está en emergencia.