Todo parece indicar que no tendremos, al menos en el corto plazo, tasas negativas, pero la insistencia de ciertos actores políticos de presionar por la reducción de las tasas, es pensar que esta variable macroeconómica es una cuestión de los políticos y desconocer que ésta debe fijarse técnicamente. Primera advertencia es recordar que la inestabilidad del sistema financiero (como la experimentada en el año 99), nació de un mal manejo de la economía y de la política. Segunda, podríamos llegar a un mundo en el que ¿ahora los ahorristas reciben una rentabilidad negativa y los prestatarios cobren por recibir préstamos? La cuestion no es tan sencilla.
Los intereses representan, esencialmente el costo el crédito o el costo del dinero. Son lo que paga un deudor para compensar a un prestamista por el uso del dinero y por los consecuentes riesgos. Hay diversas teorías económicas sobre las tasas de interés; algunas apuntan a interacciones entre la oferta de ahorro y la demanda de inversión, y otras, al equilibrio entre la oferta y la demanda de dinero. Estas teorías sostienen que la tasa de interés debe ser positivas para estimular el ahorro y que los inversionistas exigen tasas de interés cada vez mas altas cuanto mas largo es el plazo de un préstamo para protegerse del riesgo de privarse de esos fondos durante mas tiempo. Por ende, en circunstancias normales, las tasas de intereses son positivas, y son más altas cuanto más larga es la duración del préstamo.
Es bueno que la banca ecuatoriana tenga una rentabilidad superior al costo de capital, pero también al parecer sus ratios de eficiencia aún no están a niveles internacionales, hace necesario ser más eficientes mediante la reducción de costos, inversiones en nuevas tecnologías y con ello la reducción de la capacidad existente y allí la posible discusión de entrar a posibles fusiones bancarias. En una unión bancaria habría servicios más integrados, más sinergias y eficiencias. Si la fusión consigue estas mejoras, el banco resultante es más rentable y ofrece un mejor servicio al cliente, la operación es buena. Si se construyen bancos mayores, pero más ineficientes que puedan crear problemas sistémicos, eso no sería bueno. Aquí el marco regulatorio es clave, las entidades no deben controlar a las instituciones, sino tienen que establecer normas para la actividad financiera, con ello negocios financieros similares (bigtech o fintech) si logran entrar en la actividad, lo deberán hacer con las mismas reglas de juego. (O)