Proponen planes para reabrir las escuelas del país

Luego de un año del cierre de las escuelas en Ecuador, las consecuencias según la UNICEF son preocupantes: alrededor de 90 000 niños dejaron sus estudios porque no cuentan con los equipos necesarios para seguir las clases virtuales, seis de cada diez niños consideran que aprenden menos, y solo dos de cada diez cuentan con equipos para su uso personal.

Esos datos fueron compartidos ayer en una reunión en la que participaron la UNICEF, la Organización Panamericana de la Salud (OPS), el Grupo Faro, entre otras instituciones y fundaciones relacionadas con la educación.

Los representantes de los entes participantes compartieron su punto de vista, los cuales convergieron en una idea en común: la necesidad de reabrir las escuelas dado que, para los expertos, las consecuencias serán devastadoras, principalmente para las zonas rurales y para los niños que viven en estado de vulnerabilidad.

“No estamos pidiendo que abran todas las escuelas, pero tiene que analizarse la reapertura por zonas. No todos los lugares deben tener la misma receta”, dijo Ruth Custode, especialista en educación de la UNICEF.

Para Custode es necesario pensar en la reapertura porque se está complicando el aprendizaje de matemáticas y lengua. “Se requieren recursos en el contexto que vivimos, es urgente tomar medidas”, agregó.

¿Cómo reabrir?

El médico y representante de la Organización Panamericana de la Salud en Ecuador, Adrián Díaz, elaboró una serie de consideraciones generales que deberían tomar las instituciones para un posible regreso a las clases presenciales.

En primera instancia, las instituciones y los gobiernos locales deben evaluar el riesgo de acuerdo al número de casos de COVID-19. Luego deben tener claras, y sobre todo acatar, las medidas de prevención: lavado de manos, distanciamiento físico, uso de mascarilla y limpieza y ventilación ambiental de las aulas.

En segunda instancia, el médico plantea que hay que evitar el riesgo de transmisión a través de la ampliación de horarios (por ejemplo, distribuir las clases en la mañana y tarde), contar con recesos y pausas escalonadas para el almuerzo y establecer un orden para que cada clase entre o salga en un tiempo determinado.

Por último, se plantea conformar un equipo de respuesta ante posibles contagios, no sin antes crear conciencia entre el personal educativo y los estudiantes para que informen cualquier síntoma.

El objetivo es que se evite el contagio dentro de las instituciones. Esto se logra mediante un protocolo claro que guíe a las instituciones educativas.

Para los investigadores, de no tomar medidas urgentes, las desigualdades serán abrumadoras entre los niños que siguen sus clases con los equipos tecnológicos y los niños que no están estudiando porque no tienen internet ni un celular o computadora para contactarse con su profesora. (I)

Andrés Mazza

Periodista y fotógrafo. Escribe sobre cultura, educación, migración y astronomía.

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