Entre marzo y abril de 2022 se registraron aluviones, inundaciones, daños en infraestructuras, pérdida de vidas humanas, heridos y cuantiosos problemas en Cuenca, Azogues, Biblián y Santa Isabel, todo a causa de la gran cantidad de lluvia por el invierno, pero, además, como consecuencia de las mismas actividades humanas.
Lo de Sayausí fue algo inusual: el 26 de marzo se registró una intensidad de lluvia de 0.11 milímetros y el 27 de marzo, día del aluvión, solo entre las 15:45 y 15:50 hubo una intensidad de 45.60 milímetros. La cantidad de lluvia se disparó de manera drástica y repentina.
La deforestación, la expansión de la frontera agrícola, el taponamiento de quebradas, la construcción sobre rellenos y zonas inundables son entre otras las causas de desastres naturales, según las evaluaciones realizadas por diferentes instituciones públicas.
La explicación de lo que pasó en Sayausí
El aluvión de Sayausí fue catastrófico: cinco fallecidos, personas evacuadas, casas destruidas, una inmensa cantidad de agua y lodo que cortó la conectividad entre Cuenca y el Parque Nacional Cajas, todo a causa de un evento conocido como “mesoescala” y que se suscita en el Atlántico.
Se produce porque una gran nube (que cubría todo Brasil) chocó con la cordillera oriental, se partió, se esparció y saltó en puntos focalizados que se situaron en zonas exactas, entre estas las partes altas del Yanuncay, del Tarqui y Sayausí, así lo explica Cristóbal Albuja, administrador de Departamento de Monitoreo e Investigación de la Subgerencia de Gestión Ambiental de ETAPA EP.
Las lluvias de este marzo de 2022 no fueron las más intensas, de acuerdo a los registros históricos, pero este evento inusual sí hizo que exista intensidad en solo minutos.
El mes más lluvioso en Sayausí fue en 2017 donde cayó 261,6 milímetros.
En todo marzo de 2022 se registró 197 milímetros de lluvia.
Así se registraron las lluvias antes y durante el aluvión, de acuerdo a los registros de precipitaciones de la estación Sayausí:
– 26 de marzo: valor acumulado de agua de 2,60 milímetros; la intensidad fue de 0,11 milímetros por hora.
No dejó de llover en todo el día.
– 27 de marzo: entre las 15:20 y 16:10 (55 minutos) se registró un valor acumulado de lluvia de 16,10 milímetros y la intensidad de 17,56 milímetros por hora.
Algo inusual porque en otras estaciones se registró menor cantidad; sin embargo, estaba entre el rango normal de precipitaciones.
Minutos críticos del 27 de marzo: Entre las 15:45 y 15:50 (cinco minutos) registró un valor acumulado de agua de 3.8 milímetros con una intensidad de 45,60 milímetros por hora.
“Fue una lluvia súper extrema y fuerte”, dice Albuja.
Asegura que los suelos están normalmente húmedos y cuando se presentan intensidades con rangos mayores a los 30 milímetros la lluvia no se infiltra en el suelo, cae rápido y erosiona el suelo.
En esto coincide Paúl Muñoz, investigador de la Universidad de Cuenca, vinculado a temas de inundaciones, estudios de precipitaciones, pronóstico y estudios de inundaciones en zonas de los Andes como Cuenca y las cuencas que dotan de agua de la ciudad, quien menciona que en un día se registró la tercera parte de lo que debía llover en todo el mes.
“El evento fue desastroso, extremo, tomando en cuenta que en las estaciones del campus Balzay, Toreadora, Chirimachay la precipitación de ese día y todo el mes estuvo dentro de lo normal”.
Paúl Muñoz, investigador de la Universidad de Cuenca
Además, los taludes estaban inestables, erosionaron, se desestabilizaron y se produjo el aluvión que es el flujo de lodo que arrastra árboles, piedras.
La actividad humana maximiza los daños
Albuja menciona que los “suelos que no mantengan su cobertura vegetal original van a sufrir alteraciones”, aun así, los pajonales sufren alteraciones y se producen mini deslizamientos porque el suelo acumula humedad y se desplaza.
“Cuando solo hay pasto y hay lluvia con esta intensidad, caen un montón de gotas por minuto, no se infiltra y sale sobre el suelo; se erosiona en la parte alta”.
Cristóbal Albuja, investigador de ETAPA.
Santiago Álvarez, analista técnico del Servicio Nacional de Gestión de Riesgos, SNGR, explica que el resultado de las evaluaciones en la zona determinó que la intensa lluvia y la deforestación en la cuenca alta provocaron el aluvión.
Con vuelos de drones y recorridos verificaron la tala de árboles en la cuenca alta, compararon con fotos de años anteriores “y el cambio drástico es específicamente donde empieza el aluvión”, aunque no tienen un dato exacto cuánto es la zona de expansión de la frontera agrícola.
“Los árboles nativos de la cuenca funcionan como estabilizador para los taludes. Cuando se los corta el suelo pierde la resistencia, las lluvias fuertes hacen que este suelo se esfuerce más, supera su resistencia y pierda fuerza para que se desestabilice”, dice Álvarez.
Muñoz recalca que, con las prácticas de deforestación, de cambio de uso de suelo por la ampliación de la frontera agrícola, el cambio de especies nativas por especies invasivas se altera el ciclo del agua.
“Los pajonales, los humedales, son importantes en nuestras cuencas de cabecera porque tienen una capacidad de regulación hídrica”.
Paúl Muñoz, investigador de la Universidad de Cuenca
Agrega que el agua que se recibe en época de invierno es almacenada para que en época de menos precipitación se libere y esté en equilibrio el ecosistema.
Albuja comparte el criterio y dice que “la actividad antropogénica, que es la actividad del hombre, siempre va a generar impactos y mucho más si hablamos en terrenos que tienen pendientes muy altas y cambiamos el tipo de uso de suelo”.
Construcciones en zonas de riesgo
El investigador de ETAPA cree que por la necesidad de tener viviendas las personas buscan espacios sin tomar en cuenta el riesgo de construir en pendientes muy altas o cerca de quebradas o ríos con gran potencial de arrastre, “la necesidad nos obliga a cometer errores”.
Asegura que el agua siempre va a buscar el camino que más le convenga para llegar a la parte más baja donde esté nivelado.
Muñoz menciona que los ecosistemas tienen la capacidad de absorber estos impactos o picos de precipitaciones, pero cuando hay intervenciones quienes sienten las consecuencias son quienes están aguas abajo.
Cree que si se mantenía el estado natural de las cuencas altas se habría disminuido el impacto, aunque “es la naturaleza, no hay como irse contra eso; sin embargo, sí se podía mitigar”.
El técnico del SNGR explica que en las capacitaciones recomiendan a los Gobiernos Autónomos Descentralizados, unidades educativas y comunidades evitar la deforestación y hacer reforestaciones para aumentar la estabilidad de los taludes.
Peligrosos rellenos a la orilla del Burgay
Las consecuencias de la crecida del río Burgay en la provincia del Cañar también están asociadas a actividades humanas realizadas por muchos años.
Las inundaciones y daños en la infraestructura registradas el 29 de marzo y el 18 de abril podían evitarse si no se hacían rellenos y construcciones en zonas inundables, según explica Álvarez, pues las evaluaciones determinaron que en los márgenes hay rellenos, asentamientos ilegales o legales que ha modificado el cauce del río.
El técnico explica que ante las precipitaciones registradas en las zonas altas de Biblián el río crece, recupera su cauce natural, su morfología natural, su línea de equilibrio y es por eso que se presentan afectaciones y erosiones en los márgenes.
“Todos los ríos tienen memoria. El agua trata de circular por donde siempre han pasado y ahora vemos la acción natural del mismo”.
Santiago Álvarez, técnico de SNGR
Por eso asegura que es importante que se mantengan los márgenes de protección de los ríos, para que pase el caudal natural por las zonas de inundación.
¿Cuánto es el margen que se debe respetar? Esto depende de las zonas de los ríos, que pueden ser un promedio de 50 metros, “cada sector tiene su propia geomorfología y su propio cause”, dice el técnico.
¿Dónde se puede o no construir? Álvarez recuerda que todos los municipios cuentan con mapas de susceptibilidad donde tienen registradas las zonas de riesgos donde no se debe construir.
Quienes deseen hacer construcciones deben acercarse a las direcciones de Gestión de Riesgos de sus municipios o ir a las oficinas del Servicio Nacional de Gestión de Riesgos para recibir información.
Lo que pasó en Santa Isabel
Lo que pasó en la parroquia La Unión, en Santa Isabel, también fue impresionante, aunque no fue la primera vez que se registraba un aluvión de esa magnitud.
Álvarez menciona que en la parte alta existe el río Chantaco que siempre tiene su crecida normal ante la lluvia, pero que ante las precipitaciones nunca antes vistas provocó el aluvión que “se adelantó considerablemente a lo esperado, a los 40 años”, cuando lo normal era que suceda cada 50 o 60 años.
De acuerdo a las evaluaciones, esto se produjo por los rellenos y asentamientos que están sobre el río, por el mal manejo de las juntas de agua potable que son autónoma y que no tienen mantenimiento adecuado ni tubería al 100 por ciento, detalla.
Esto hizo que en la parte alta se registraran deslizamientos y se produjera arrastre de material que afectó a las juntas de agua.
Al ser una cuenca amplia que cubre los cantones de Girón y Santa Isabel trabajan con las unidades de Gestión de Riesgos de ambos cantones para investigar más detalles de las causas del aluvión.
¿Efectos del cambio climático?
El investigador de la Universidad de Cuenca asegura que todo lo que pasó en las zonas afectadas coincidió con el periodo invernal, pero que las consecuencias anormales son resultado del cambio climático.
Asegura que, habrá un mayor número de eventos adversos al año en las épocas de lluvia, mientras que las épocas de estiaje o de sequía serán más extremas.
“Estos (aluviones) son los efectos que vamos a sentir a nivel de Ecuador y que ya se está experimentando en Cuenca”.
Paúl Muñoz, investigador de la Universidad de Cuenca
¿Se pueden predecir otros eventos? Muñoz detalla que los estudios de cambio climático requieren al menos unos 50 años de monitoreo para ver cómo el clima se comporta y que la previsión es a nivel mundial: el agua se genera en los océanos, esto va a los continentes, pasa por algunos fenómenos, movimientos de masas de aire.
“Esto no puede ser controlado a nivel local. La precipitación es algo que viene dominado por la rotación de la tierra, la presencia del sol. Modelos para predecir precipitaciones son modelos globales de clima”.
Albuja dice que el radar ubicado en el cerro Paragüillas y que tiene un rango de alcance de 50 kilómetros, les indica cómo o por dónde se están generando las tormentas; sin embargo, con lo ocurrido en Sayausí, no se registró que alguna nube provenga desde la parte oriental, “no vino una tormenta arrastrándose desde ningún lugar, solo asomó ahí… esas son las condiciones climáticas”.
Álvarez por su parte dijo que el mapa de riesgos contiene información de los lugares donde se han registrado eventos como inundaciones o deslizamientos, pero que no pueden predecir que en esos mismos sitios u otros se vayan a repetir porque puede presentarse en otros puntos.
Asegura que al presentarse un evento se coordinan obras de mitigación para que no vuelvan a repetirse.
Muñoz recordó que a través de la Universidad de Cuenca se realizan acercamientos o convenios con otras instituciones públicas para desarrollar investigaciones, cursos o capacitaciones con el fin de que los conocimientos no se queden estancados en las bibliotecas, “es un ganar – ganar para todos”.