La amistad entre vecinos caracteriza a la niñez rural.
El campo influye en la niñez de las comunidades. Los pequeños crecen aprendiendo a labrar la tierra y alimentar a sus animales.
Un carrito de plástico que pierde su color azul y con las llantas carcomidas por el paso del tiempo es el juguete favorito de Danilo Emanuel Mora, un niño de 2 años de edad, del sector Barabón, de la parroquia rural de San Joaquín (occidente de Cuenca). Danilo lleva su carrito a cualquier parte, donde acompaña a su madre, una agricultora que aprendió el oficio de sus padres y abuelos.
Se levanta muy temprano, quizás antes de que salga el sol, para ponerse sus botas de caucho negras y una ropa calientita para soportar el tenaz frío de las mañanas cuencanas. Sale con su progenitora al huerto o a las mingas que se realizan en la escuela de la localidad, donde estudian sus dos hermanos mayores.
No tiene la fuerza de una persona adulta, pero intenta colaborar en la limpieza del huerto o en dar de comer a sus animalitos sin despegarse de su juguete que tiene unos 15 años de antigüedad. El carrito tiene una historia particular: sus hermanos lo heredaron de una prima.
Danilo mantiene su sonrisa en su rostro inocente, resiste la lluvia y el fuerte sol, camina duró sin la necesidad de que alguien le de la mano para avanzar. Como que el campo le brinda una energía inagotable.
Los niños del sector rural tienen una vida totalmente diferente a los de las zonas urbanas, pero también están llenos de sueños y anhelos.
“Quiero ser policía de grande”. Esa es la fantasía de Kleber Pesántez, de 8 años, quien por el momento se limita a ayudar a sus padres en la comunidad Sústag, también de la parroquia San Joaquín.
Cultiva la lechuga, col, arvejas, entre otras hortalizas y legumbres que llegan a los mercados de la ciudad.
Él tiene como juguete una pequeña bicicleta multicolor también de plástico que no pasa de los 10 centímetros de alto, así como de ancho que la guarda celosamente en el bolsillo de su sudadera o pantalón.
Se imagina que en esta bicicleta él patrulla como policía los campos para capturar a quienes intentan robar el ganado.
En una motocicleta llega a la escuela, ubicada en Barabón, junto a su hermano de 15 años, quien maneja el automotor. No cogen el bus porque generalmente a las 06:00, va repleto de otros niños y adolescentes que se trasladan al mismo establecimiento educativo para ingresar desde las 07:00.
Amistad
La amistad entre vecinos caracteriza a la niñez rural. Se observa a grupos regresando juntos de la escuela o, cuando no tienen clases, llevando en sus manos las cantarillas llenas de leche mientras juegan puestos sus botas en las vías y caminos vecinales.
Fabián Cusme, Juan y Anderson Matute, de 12, 14 y 6 años de años edad, respectivamente, comparten momentos juntos. Los tres viven en la comunidad Zhiguin, igualmente de San Joaquín.
Juan tiene una bicicleta un poco deteriorada de esas de carreras con la que recorre desde arriba hacia abajo su comunidad, así como el resto de sectores ubicados a lo largo de la vía que conduce al sector de Soldados.
Se turnan para usarla, se creen por unos instantes ciclistas de renombre como Richard Carapaz, cuya historia inició también en los campos y las montañas del Carchi.
De esta manera, viven los niños y niñas de una parte de las comunidades azuayas. Sin mayores lujos materiales, pero rodeados de paisajes, páramos y animales de granja. (I)
Un enemigo: la desnutrición
Uno de los principales problemas en los niños del sector rural es la desnutrición. El Gobierno Provincial del Azuay lleva adelante un programa denominado “Alimentación soberana para niños y niñas”.
Brenda Espinoza, directora de Género y Equidad del GAD Provincial, explicó que el programa se sustenta en la capacitación al núcleo familiar para la reactivación del campo mediante un adecuado manejo de los huertos. “Se busca generar un conocimiento profundo de los huertos, y a partir de ello, mejorar la producción de alimentos”.
El programa se aplica en 12 localidades de seis cantones de la provincia. Un total de 400 familias, de las cuales, se derivan 800 niños son los beneficiarios de la iniciativa que surgió en el 2019, con una investigación previa para comenzar en el 2021, con las actividades prácticas. (I)
DETALLES
4
cantones registran un alto índice de prevalencia de desnutrición crónica infantil en niños de 0 a 5 años. Según la encuesta de salud del 2018, se trata de Nabón, Oña, Pucará y Sígsig.
61
parroquias rurales tiene la provincia. Chaucha y Molleturo se convierten en las localidades más alejadas de la ciudad de Cuenca, donde los niños tienen problemas para acceder a servicios esenciales.
2018
fue el año que inició la conformación de las mesas intersectoriales en los cantones para combatir la desnutrición crónica infantil. El Ministerio de Inclusión (MIES) coordina la actividad.
– La distancia de las comunidades hacia las escuelas es uno de los problemas que afecta a los niños del sector rural. Tienen que caminar por largos tramos que les toma incluso horas.
– En las comunidades azuayas se priorizan las actividades agrícolas y ganaderas como las principales fuentes de empleo. Los niños colaboran con sus padres en las labores del campo.
– Los municipios y las juntas de protección de derechos velan, a través de programas y asistencia con entes gubernamentales, por el bienestar de los infantes de los cantones.
Por. Bolívar Pérez R.
bperez@54.196.56.88
Fotos: Xavier Caivinagua A/Bolívar Pérez R.
El Mercurio-Cuenca