Al Evangelio de Lucas, desde los primeros siglos, se lo conoce como el EVANGELIO DE LA MISERICORDIA, puesto que, de manera descalcada, presenta a Dios como misericordioso, compasivo y cercano a los pobres, pecadores, marginados y necesitados. Lucas subraya el amor de Dios hacia todos, especialmente hacia quienes más sufren. He aquí algunos ejemplos:
La parábola del hijo pródigo (Lc. 15:11-32): muestra a un padre que perdona generosamente, imagen directa de la misericordia divina. La del buen samaritano (Lc. 10:25-37): que enseña la compasión activa hacia el prójimo, sin distinción. El perdón a la mujer pecadora (Lc. 7:36-50): en el que Jesús muestra amor y perdón donde otros ven condena. El buen ladrón en la cruz (Lucas 23:39-43): escena en la que Jesús le promete el paraíso a un criminal arrepentido.
Asimismo, mismo el Papa Francisco, durante su ministerio ¾no solo con palabras sino hechos concretos¾, ha demostrado y expresado esa sensibilidad, lo que revela una profunda sintonía en torno al tema central de la misericordia, entendida como el amor activo, compasivo y preferencial por los más necesitados. Recordemos algunas de sus palabras y hechos:
En su primer Ángelus dijo: “El nombre de Dios es misericordia”. Instituyó el Jubileo Extraordinario de la Misericordia (2015-2016). Ha insistido en que la Iglesia debe ser “hospital de campaña” para los heridos del alma. Ha pedido a los confesores ser instrumentos de perdón y no de condena. Publicó la exhortación Evangelii Gaudium (2013), en la que denuncia la cultura del descarte y promueve una Iglesia pobre para los pobres. Crea la Jornada Mundial de los Pobres y ha visitado constantemente cárceles y hospitales.
Como vemos, tanto el Evangelio de Lucas como el ministerio Francisco ofrecen una visión de Dios centrada en el amor compasivo y liberador, que no juzga primero, sino que acoge, perdona y transforma. Francisco, en cierto modo, actualizó para hoy, la misma teología de la misericordia que Lucas narró hace siglos. Y, aunque reconocida su grandeza por la coherencia entre su mensaje y su vida austera, luego de su muerte, en vida tuvo que sufrir muchas críticas que supo llevar con altura y caridad, lo que también es auténticamente evangélico: “Felices serán cuando por mi causa los difamen y los persigan, y digan toda clase de mal contra ustedes, mintiendo. Gocen y aligérense, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.” (Mt. 5,11-12). (O)