Saldo negativo

Una vez más, la Asamblea Nacional termina sus labores con una carga tremendamente negativa ante los ojos ciudadanos. De las sesenta leyes aprobadas en el actual período legislativo, apenas seis corresponden a propuestas hechas por los legisladores y quedaron pendientes 400 iniciativas. Según el coordinador del observatorio legislativo, los presidentes Henry Kronfle y Viviana Veloz se plantearon metas que las cumplieron a medias. Al último, como intentando resarcirse de sus errores y siguiendo una costumbre que se ha vuelto casi atávica en las instituciones nacionales, se han puesto a sesionar, a las carreras y dos veces por día cuando ha habido semanas enteras en que, gracias al cálculo político o a la desorganización interna, la Asamblea no ha trabajado de manera normal.

¿Cómo es que en los actos de posesión de los asambleístas electos y en las primeras sesiones de la Asamblea Nacional, los discursos de sus miembros están colmados de renovadas iniciativas y de inmejorables intenciones, y a la hora de la hora, vuelven a incurrir en los mismos errores de sus predecesores? ¿Cómo es que, cuando los “cedacitos” están nuevos, cada quién apuesta por una Asamblea diferente, productiva y transparente, pero más pronto que tarde se dejan arrastrar por el tráfago de la politiquería y las ambiciones malsanas?

Por un elemental principio de respeto a las leyes y reglamentos, la Asamblea Nacional debería laborar cinco días a la semana y ocho horas por día, entre las sesiones del pleno y las de las comisiones. Día no trabajado, día no ganado. Los viajes al exterior y el pago de viáticos deberían ser excepcionales. Las infracciones cometidas por los asambleístas deberían ser juzgadas por una comisión multipartidista, en donde prime la imparcialidad y no el número de votos a favor o en contra de tal o cual parlamentario.

El nivel de rendimiento de la Asamblea Nacional definitivamente va de capa caída y lo grave de esta situación es que ciertos hechos como el de los camisetazos por ejemplo, antes escandalosos y hasta motivo de escarnio público, en la actualidad se han ido convirtiendo en práctica común y timbre de viveza criolla. (O)

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